Reciclaje electrónico, negocio verde

Reciclaje electrónico, negocio verde


Los aparatos electrónicos, aunque inertes, también padecen el paso del tiempo. A pesar de que este no tiñe de blanco sus cables ni surque sus frías superficies, estos materiales se oxidan a medida que envejecen; se vuelven toscos, inoperantes, juntan polvo. También pasan de moda. Cuando alcanzan lo que llaman su “vida útil”, aparecen los recicladores. Sus funebreros, digamos.

En nuestro país, estos funebreros electrónicos procesan anualmente más de 400 toneladas métricas (TM) de equipo obsoleto. Según medios especializados, anualmente se producen en el mundo entre 20 millones y 50 millones de toneladas de esta basura, generados, en su gran mayoría, en los países desarrollados.

Los aparatos que se reciben como descarte van desde computadoras (CPU), monitores y laptops hasta máquinas tragamonedas, teléfonos celulares y cajeros automáticos, entre otros.

Es allí, bajo la tapa de estos aparatos que esconde esa selva metálica concentrada, donde se encuentran los elementos que le dan sentido a estos funebreros: además de proteger al medioambiente, reciclarlos genera ingresos monetarios.

Aunque en Panamá no se encuentra la tecnología para obtener los metales preciosos de estos viejos aparatos, que se extraen mediante un proceso de refinamiento con químicos y hornos especiales, una pequeñita pieza del rompecabezas da todo el sentido a la ecuación: las tarjetas electrónicas (Pcb, por sus siglas en inglés) -o circuitos impresos-, que son las placas donde van unidos los microchips.

Ya obsoleto el dispositivo, ¿por qué querríamos desmenuzar el equipo hasta llegar a estas tarjetas y a esos elementos minúsculos que la componen? Porque estos contienen oro y plata, por ser metales muy buenos conductores de electricidad.

“Se puede decir que hay un aumento significativo por reciclar este y otros productos, pero el consumismo desmedido supera todo interés en reducir la cantidad de desechos”.


Mariela Fruto
Organización FAS Panamá

Cuenta uno de los actores de este negocio que una TM de material reciclado, dependiendo de lo que contenga, puede valer entre $110 y $550 entre los elementos más fáciles de recoger.

El valor del negocio lo determinará el mercado y cuánto se haya logrado reciclar de oro, plata, silicio, hierro, aluminio, cobre o plástico.

PROTEGER, RECICLAR, COBRAR

Empresas panameñas como Recicla Panamá, S.A., Recimax Recycling Services, S.A. o Renuevo Panamá, S.A., son algunas de las que se dedican a clasificar, desensamblar y compactar los equipos, para luego exportarlos en paquetes a Estados Unidos, Europa o Asia (principalmente China).

Allí los terminarán de transformar en materia prima, que luego es utilizada en la fabricación de nuevos productos. A este proceso se le conoce como “logística reversa”.

Juan Manuel Caballero, gerente general de Recimax, explica que generalmente los materiales con mejor rendimiento en la bolsa de commodities (materias primas) son los que menos se extraen del proceso.

“Los productos que tienen mejor retorno para el que entrega el material son las tarjetas de primer nivel (placas madre o motherboards, procesadores, memorias RAM), que pueden pagar de 1 a 15 dólares por libra”, detalla. Su empresa recicla anualmente unas 60 TM de aparatos electrónicos. Si nos basamos en los valores antes expuestos, en un año habrá ingresado entre $6 mil 600 y $33 mil.

Sin embargo, la ganancia de las empresas dependerá siempre de cuánto varíen los precios de los commodities en los mercados y qué tipo de elementos contenga el paquete exportado.

Esta volatilidad de los mercados ha puesto en jaque a muchos de los negocios de reciclaje, según Caballero.

La baja en el valor de los commodities, ciclo que ha golpeado a la economía latinoamericana luego de una década de auge (2003-2013), lo obligó a cambiar el modelo de negocios de su empresa. Unos años después de fundarla en 2009 tuvo que empezar a cobrar por el material que recibía para descartar.

Para empresas como Recicla Panamá, el viento parece venir en popa. Juan Corradine, director de esta empresa, fundada también en 2009, asegura que el volumen de trabajo ha venido creciendo.

Aunque “los números fluctúan según la temporada del año”, dice Corradine, calcula que su empresa recicla unas 30 TM por mes. Al año: 360 TM.

En promedio, reciclar un celular paga entre $0.5 y $1; laptop, de $0.05 a $0.08; CPU, entre $0.02 y $0.05; servidores, de $0.05 a $0.08.



¿Cómo estas industrias consiguen tanto volumen de aparatos electrónicos para reciclar? Óscar Romero, de Renuevo Panamá, señala que la mayoría proviene de pequeñas y grandes empresas. En su caso, trabaja con bancos, manufacturas, seguros, constructoras y hospitales, entre otros.

Un ejemplo de estos negocios es Telefónica Movistar, que con su programa “La tierra te llama, contesta” recupera teléfonos móviles que no estén en uso a través de buzones en sus sucursales y los entrega a empresas como Renuevo Panamá para su reciclaje.

Otra forma de obtener estos equipos es a través de los propios individuos que no saben qué hacer con esa computadora vieja que junta polvo en un rincón o aquel televisor grande de antaño que ya no funciona y solo ocupa lugar.

Los precios promedio que las empresas pagan a las personas varían según el producto y el volumen: por libra, un celular paga entre $0.5 y $1; laptop, de $0.05 a $0.08; CPU, entre $0.02 y $0.05; servidores, de $0.05 a $0.08.

Al margen del negocio que significa para algunas empresas, esta actividad tiene un doble impacto positivo: permite recuperar metales o materiales (silicio, plásticos, oro, plata, cobre, etc.) que son cada vez más escasos y cuya obtención, a través de la minería, genera un alto impacto ambiental; y porque se evita que estos materiales se degraden en basurales, contaminando los suelos.

Mariela Fruto, de Fas Panamá, organización que promueve el reciclaje en el país desde hace 21 años, lamenta que estamos en una era de comprar y botar los productos o equipos: “Se puede decir que hay un aumento significativo por reciclar este y otros productos, pero el consumismo desmedido supera todo interés en reducir la cantidad de desechos”.

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