La última película de Alfonso Cuarón, el deslumbrante thriller espacial Gravity, ganó siete premios Óscar y recaudó más de 720 millones de dólares en la taquilla mundial. Su nueva cinta, Roma, se basa en sus recuerdos de infancia y fue rodada en blanco y negro en el barrio de la Ciudad de México donde creció.
Con oportunidades ilimitadas a su disposición tras el éxito de Gravity, Cuarón decidió volver a casa. Y el resultado -una mezcla neorrealista de cine intensamente personal y dominio visual abrumador- ha sido calificado como una obra maestra.
“Hubo ofertas enormes y hermosas después de Gravity, y muy tentadoras. Y ofertas desde un punto de vista financiero realmente apetecibles”, dijo Cuarón en una entrevista, en inglés. “Pero era una de esas cosas que tenía que hacer por mi profunda admiración al cine que tiene que ver con los viajes personales”.
Unos días después que Roma se alzó con el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, Cuarón y su nueva película llegaron al Festival Internacional de Cine de Toronto, donde la respuesta eufórica a su búsqueda espiritual no cesó. Roma, que se estrenará en salas de cine y Netflix en diciembre, es el primer filme de Cuarón en español desde su éxito de 2001 Y tu mamá también. Pero para el realizador, Roma es más que eso. Es un nuevo comienzo.
“Es algo que se ha estado cocinando por mucho, mucho, mucho tiempo. Comencé a tomármela en serio en el 2006. Es la película que estaba predestinado a hacer. Es mi primera película en el sentido de que la hice completamente sin temor. Tiré todo lo que había aprendido para hacer este filme”, dijo Cuarón.
Bueno, no todo, porque no hubiera podido hacer esto antes de ahora”. Roma trata sobre la empleada doméstica Cleo (Yalitza Aparicio, quien habla en nativo mixteca), quien trabaja devotamente para una familia que vive en el barrio de Roma, en la capital mexicana. La vida familiar, aunque inmaculada, se está resquebrajando: el padre deja a su esposa. Y el tumulto del México de principios de los años de 1970, cuando las manifestaciones de estudiantes chocaron violentamente con la policía, se siente alrededor. La sociedad se está deshilachando, y las mujeres son las que se llevan la peor parte.
“Es una observación del viaje de un personaje tanto como una observación de un país, y un país que, como Estados Unidos y gran parte del mundo, tiene esta relación perversa entre clases sociales y razas”, dijo Cuarón. La producción fue singular. A lo largo del prolongado rodaje de 108 días, ningún actor o miembro del equipo recibió un guion.
El único, aparte de Cuarón, que sí tuvo uno fue el productor ejecutivo David Linde, de Participant Media. “Y yo no hablo español”, apuntó éste en el estreno del filme en Toronto. A diferencia de la mayoría de las películas, Cuarón también rodó en absoluta continuidad.
Cuarón calcula que el 90% de la cinta deriva de sus propios recuerdos y viejas fotografías. Reprodujo la casa de su infancia, seleccionó a actores lo más parecidos posibles a sus parientes y se obsesionó recreando los detalles de sus primeros años de vida.