Carolina Herrera ha representado por décadas la elegancia y el glamour, así que resultó apropiado que haya invocado los estilos clásicos para su colección final en la Semana de la Moda de Nueva York como la diseñadora al frente de su marca homónima.
El desfile del lunes por la noche se realizó en un espacio del Museo de Arte Moderno (MoMA), un lugar adecuado dadas las enormes contribuciones de la creativa venezolana a la moda contemporánea. Pero su colección fue eterna, no una que podría relegarse a una era.
Frente a una multitud que incluyó a Karlie Kloss, Katie Holmes, Seth Meyers, Anna Wintour, Fran Lebowitz, Andre Leon Talley y el diseñador Calvin Klein, Herrera presentó una línea que fue a la vez alegre y conservadora, audaz y sutil, colorida y tenue. Y es que usó su último show para resaltar la profundidad y versatilidad de su ropa.
El desfile, acompañado por un jazz retro con mucho de Ella Fitzgerald, comenzó con prendas básicas como una blusa blanca de mangas sueltas y pantalones negros de bota ancha; un abrigo largo negro y ondulado, y un abrigo blanco con un toque de piel de leopardo en las mangas.
Entonces aparecieron atuendos más elegantes: vestidos que podrían usarse en una gala formal y esos claramente diseñados para una alfombra roja, con colores brillantes incluyendo fuertes dosis de rosa.
Hubo un esmoquin rosado, un vestido de tul mágico rosa con azul, y un vestido negro completamente cubierto de plumas que parecían bailar al ritmo de la música. También hubo varios atuendos que imitaron el característico estilo de la diseñadora: la impecable camisa blanca de cuello combinada con una colorida falda en A y un cinturón grueso.
Herrera, quien no habló con la prensa en el evento, anunció hace unos días que se retiraría como directora creativa de la marca después del desfile del lunes. Wes Gordon asumirá su cargo, mientras Herrera pasa a ser la embajadora global de la marca.
La diseñadora se aseguró de compartir los reflectores al salir a saludar al público por última vez: trajo con ella a la pasarela a cerca de una docena de sus costureras.
Entonces, tras recibir un ramo de flores rojas, Klein y otros la abrazaron y felicitaron por su elegante gesto triunfal, y quizás por un próximo capítulo.
"Bueno, es un poco agridulce porque yo sencillamente adoro a la señora Herrera y en el atelier la echarán mucho de menos", dijo Kloss, uno de los rostros de la marca. "Pero su espíritu y su estilo clásico vivirán por siempre".