Esta “escritora por necesidad vital”, como se describe Herrera, quien de profesión es comunicadora social, y que hoy funge como docente, escritora y asesora editorial, mereció el año pasado el Premio Nacional de Poesía Infantil Hersilia Ramos de Argote (otorgado por la Universidad Tecnológica de Panamá) y el Premio Municipal de Poesía León A. Soto (de la Alcaldía de Panamá).
Con sus poemarios Chifladuras ganó el primer certamen, y con Juegos mentales, el segundo.
Sobre Chifladuras comenta que se trata de una colección de “limericks sobre temas relacionados con Panamá y su interculturalidad. Está dividido en dos partes: versos ‘ruralitas’ (el campo) y versos ‘urbanitas’ (la ciudad) que se refieren a provincias, pueblos y ciudades, a las tradiciones, la geografía, la geopolítica de Panamá, en forma jocosa, que apela a la inteligencia y a la creatividad de los y las lectores/as”.
Mientras que Juegos mentales lo describe como un poemario de versos breves, dividido en cinco partes. “Tiene que ver con los entresijos de la mente humana en la que algunos pensamientos pueden ser peligrosos. En Juegos mentales habitan varios personajes angustiados frente a un laberinto de espejos”.
Herrera cuenta cuándo la poesía tocó a su puerta, qué representa para ella comunicar a través de este género y a qué poetas admira.
¿Qué representa para usted que su poesía sea reconocida?
Satisfacción y reto.
¿Qué mensajes intenta enviar con sus poemas?
No envío mensajes. Cada lector/a hace su propia lectura e interpretación.
¿Por qué tituló Chifladuras su poemario?
Porque son chifladuras; son versos absurdos, y por absurdos, cómicos. La palabra es juguetona y hace clic con un poemario “loco” como este que está dirigido en principio a niños y niñas.
¿Durante cuánto tiempo lo preparó?
Durante un intenso par de años.
¿Por qué llamó su obra Juegos mentales?
Es una cita del grande Rogelio Sinán. Resume el fondo del poemario.
¿Qué recursos literarios destacaría de esta obra?
Muy poco de comparación, mucho de paradoja, entre otros recursos como la metáfora y la sinécdoque.
¿Durante cuánto tiempo la preparó?
Los versos estaban en mí desde hace muchos años. La empecé a escribir y a editar formalmente en los tres últimos.
¿Quién tocó primero a su puerta: el periodismo o la poesía?
Primero la poesía.
¿Desde cuándo cultiva su interés por la poesía?
Desde mi época escolar me gustaba leer versos, jugar con las palabras. Ya en el colegio mis libros favoritos eran las obras completas de la Alondra Chiricana, las de Gabriela Mistral, y una compilación de poesía del Panamá de los siglos XIX y XX, por Agustín del Saz.
¿A qué poetas lee con admiración?
Imagínate. Entre tantos y tantas: Anne Sexton, Carilda Oliver Labra, Maya Angelou, Alejandra Pizarnik, Esther María Osses, Diana Morán, María Elena Walsh, Giovanna Benedetti, Consuelo Tomás. También Pierre Louÿs, Edgar Lee Masters, Federico García Lorca, Nicolás Guillén, Oliverio Girondo, Fernando Pessoa, Octavio Paz, Nicanor Parra, Jairo Aníbal Niño, Tristán Solarte.
Cuando era niña, ¿alguien de su familia o de su escuela la motivó a escribir?
Realmente no. Allí estaban los libros en casa, en la biblioteca de la escuela, en las librerías. Esas obras me motivaron.
Como docente, ¿intenta cultivar el interés por la poesía en sus estudiantes?
Sí, pero de una manera lúdica, y por medio del contacto literario directo con poetas. Sin imposiciones ni cuadraturas.
¿Por qué es importante mantener viva la poesía?
Le da sentido a mi vida.
¿Qué representa la poesía para usted?
Libertad, libertad.