De poderse alargar la noche en “un punto ciego para la pena”, Jorge Drexler seguiría cantando hasta este miércoles por la mañana. El cantautor uruguayo, ganador de un Oscar casi no se baja del escenario este martes 3 de febrero en un espectáculo lleno de poesía, música, luces y baile, para fascinación de los asistentes.
El ambiente se sentía tan íntimo que invitaba a Bailar en la Cueva, como el nombre de su más reciente producción, y que lo hizo merecedor de dos Grammy latino.
La convivencia musical comenzó unos minutos después de las 9:00 p.m., cuando Drexler y siete músicos se movieron en una coreografía mientras comenzaban a tocar Bailar en la cueva, y se extendió hasta las 11:30 p.m. complaciendo a un público que les pedía más.
Vivencias
El hilo de la música avanzó con Esfera, mientras que puntitos verdes que simulaban electrones bailaban en el techo del oscuro auditorio. Siguió con Transporte, e hizo una pausa. “Voy a cantar una canción que no he grabado y que le dediqué a Cádiz cuando me nombró pregonero de su carnaval (2013). Se llama Caí, creo que caí. Si me permiten, se la quiero dedicar también al Casco Antiguo”, comentó animando a valorar ese lugar con sus cosas hermosas y también sus injusticias.
El espectáculo siguió con Las Transeúntes e hizo un viaje en la memoria de Drexler hasta un primer beso en el que se inspiró Luna de Espejos. En ese momento invitó a las parejas a bailar, y él mismo bajó para danzar con las asistentes de las primeras filas. Después siguió con Don de fluir.
Haciendo la advertencia de que en otra parte del concierto daría las indicaciones para que volvieran a bailar, continuó con Una canción me trajo hasta aquí, Sea y Mi guitarra y vos, en donde intervino uno de los músicos de viento, que hizo gala de su habilidad para hacer versos.
Polvo de estrellas fue la primera canción con la que complació a alguien en el público, público con el que interactuó durante todo el concierto.
En un momento en el que se quedó solo en el escenario con la guitarra, improvisó cantando la indicación de que no aplaudieran cuando estaba en solitario y que en lugar de eso hicieran castañuelas, antes de cantar Inoportuna.
“Deseo, Fusión”, se escuchaba después. "No las puedo cantar todas. ¿Me dejan que me dé un gusto yo? Voy a cantar María Bonita de Agustín Lara”, dijo antes de interpretar la canción solo acompañado por su guitarra. Las cuerdas de su voz y guitarra siguieron con Fusión.
Todo Cae anticipó la parte final de concierto que llegó a ritmo de cumbia con Deseo y La Luna de Rasquí, un tema que compuso inspirado en la playa de Rasquí (en Venezuela), en donde dijo sentir que existe un punto ciego al que no llega la pena y que se repite en los conciertos en donde “ustedes son felices y nosotros también”.
“Gracias Panamá”, se despidió, pero los gritos y el pedido de “otra” hizo a los músicos regresar con Universos paralelos y Bolivia.
Cuando la gente pensó que ya se había ido, Drexler y sus amigos regresaron. “Esto no está en el programa, pero hay canciones que la gente pide escuchar”, entonces demostró que Todo se transforma y le dijo a Panamá Me haces bien. Sonrisas, besos lanzados al público y otros depositados en las manos de las seguidoras de primera fila cerraron el punto ciego de la pena. Las luces se encendieron. Afuera, la noche se iluminaba con la luna llena.

