La clase de la mañana ya culminó. El salón está vacío, pero no está en silencio. En “El Templo”, letras fucsias y negras gritan desde las paredes a una audiencia invisible, alentando y empujándola hacia su mejor versión: “Todo se puede desde el amor”, “Guerrera, hazlo porque te amas”, y el más elocuente “Soy una fuckin mami”, entre otras.
Así es la energía en el corazón del emporio que construyó Dori Eleta, anteriormente conocida como Dorita. A sus 32 años, tiene una historia más larga que su edad, salpicada de escándalos, conflictos internos, subidas, bajadas, búsqueda y, finalmente, sentido.
En los últimos años no se ha despojado solo de una sílaba. Nos explicará eso más adelante. Ahora llega a la entrevista y saluda con un “hola, mi reina”. Viene escoltada por Luna -su perrito-, y dos mujeres más. Mientras le toman las fotos, Dori va contando su historia y admite sin pena que BBL, también conocido como La Fábrica de los Cuadritos, nació por vanidad.
“Crecer sin papá me llenó de muchas carencias”, explica. “La primera vez que recibí atención de un hombre fue por mi apariencia y se sembró en mi subconsciente la creencia de que, si tengo un cuerpo entrenado o soy bonita, me iban a querer”.
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