Alida Spadafora, bióloga marina, está obsesionada con el mar. Es lo que la hace feliz y por eso lo busca, lo sigue por doquier, no solamente para observar su azul y sus olas, sino su horizonte. Es allí donde encuentra paz consigo misma, en aquella línea que se pierde a la distancia y que le promete tantas cosas por venir.
La ambientalista, quien estuvo a cargo del programa de Basura Cero en la Alcaldía hasta hace unas semanas, asegura que la ciudad de Panamá es única y que sus mayores tesoros, los naturales, aún no han sido desarrollados como debieran.
¿Cómo es la ciudad de Panamá?
La ciudad de Panamá es una metrópolis, es un centro de negocios donde se brindan servicios, donde está centralizada toda la gobernanza y donde existe la mayor cantidad de inversiones y de ingresos.
Es también una ciudad diversa, no solo humanamente, sino biológicamente, en áreas verdes. Hay zonas, sin embargo, que carecen de estas áreas verdes, usualmente lugares asociados a violencia y problemas sociales.
El mar es un complemento que no tienen muchas ciudades. Es un alivio poder ver el mar, el Canal, el agua, los barcos, el horizonte. Sin embargo, Panamá sigue dándole la espalda al mar. No lo vemos desde la avenida Balboa, vemos el muro azul ese. Hay una desconexión con el mar que nos rodea. No lo aprovechamos adecuadamente tampoco.
Yo siento que en Panamá hay oportunidades para que el ciudadano se relaje y aproveche eventos culturales. Pero todavía falta mucho.
¿Nos afecta esa desconexión con el mar?
Se nos olvida mirar al horizonte, reflexionar, filosofar. Y no solo mirando al mar, sino con la naturaleza, caminar dentro de un bosque. Ese tiempo que nos tenemos que dar no nos lo estamos dando. Y el mar nos da. El mar nos da la oportunidad de ver el horizonte, y vernos nosotros mismos allí. Esa desconexión nos hace personas más duras, menos felices. Nos hace falta y todavía podemos construir esa conexión.
Hay otro problema en la ciudad, que es el ruido. Está matando la ciudad. Donde uno vaya hay ruido que afecta la tranquilidad, nuestra audición. Hay mucha gente que no puede ni descansar debidamente.
¿Cómo es la relación del citadino con su entorno natural, siendo esta una ciudad con tanta riqueza natural?
Le sacamos muy poco provecho, aunque cada vez más hay varios citadinos que la recorren, aunque todavía se ven muchos extranjeros. Está también el turista de investigación, que podríamos explotarlo más. Tenemos que trabajar en los niños, que conozcan su ciudad. Porque lo que no se conoce no se aprecia.
Hay que cuidar la ciudad más, lo que está en nuestro entorno. Debemos hacer mucho más por la recolección de basura y la mentalidad hacia cómo manejamos nuestros desechos. Una ciudad sucia es una ciudad fea. Pero aún así, es una ciudad con un gran potencial.
¿Sabemos algo sobre el cuidado ambiental?
En términos educativos, el panameño no está aprendiendo lo suficiente desde pequeños. Ni siquiera conoce algunos términos. La educación ambiental, que es por ley en las escuelas, lo toman como algo optativo y no entendemos lo que estamos haciendo, cómo contaminamos nuestro entorno. Y muchas veces, aunque lo entiende, lo desprecia.
¿Y sobre el reciclaje?
En donde hemos trabajado, en los barrios, la gente es muy entusiasta, y aprende cada vez más. Si la ciudad tuviera la recolección de basura, pudiera ser más fácil educar y atender las estaciones de reciclaje.
¿Vamos por el camino correcto?, ¿o avanzamos por un sendero erróneo en el manejo de las áreas naturales?
Cada vez más hay una alerta sobre el poco tiempo que nos queda para revertir los efectos del cambio climático. Y les ha tocado a los jóvenes hacer esos cambios. Hay que conocer cómo funcionan los ecosistemas, nuestra relación tan íntima entre todos los seres, las bacterias, los microbios.
¿Cuál es su lugar favorito en la ciudad?
Toda el área marina, la cima del cerro Ancón. Quizás mi favorita fue poder mirar el mar desde el paseo de Las Bóvedas, algo que ya no se puede.
¿Qué no le gusta de esta ciudad?
El ruido, la dependencia del auto, calles con pocos árboles, los basurales, la mala educación.
¿Qué ama de la ciudad de Panamá?
La tranquilidad de aún poder disfrutar de la naturaleza, el poder convivir con personas de distintas procedencias. Me encanta esa diversidad humana que hace única a esta ciudad.