La larga espera del príncipe Carlos de Inglaterra, heredero de la corona británica, acabará el próximo 8 de abril.
Luego de 30 años de amores "a escondidas", ese día se casará con Camilla Parker Bowles.
El acto que tendrá como escenario el Castillo de Windsor, legalizará una relación que —sin ser oficial— ocupó por años los titulares de la prensa británica. Y así, "la otra mujer" pasará a ser la esposa. Pero no será reina: tras su matrimonio con el príncipe de Gales, Camilla llevará el título de Su Alteza Real, duquesa de Cornualles (Cornwall). Y aunque su futuro marido acceda al trono, no reinará Inglaterra, será princesa consorte.
La ceremonia será civil y privada; no habrá servicio religioso sino uno de plegarias y dedicación en la Capilla de San Jorge, que será presidido por el arzobispo de Canterbury.
El servicio escogido refleja el hecho de que ambos son divorciados y que el ex esposo de Camilla sigue vivo.
Inicios turbulentos
La pareja se conoció en un partido de polo en Windsor, en 1971, y desde entonces mantiene una relación amorosa clandestina. Pero en 1973 Camilla se casó con el oficial de la Marina Andrew Parker Bowles, con el que tuvo dos hijos. El matrimonio acabó en divorcio años después cuando su romance con Carlos llegó a la prensa en 1992.
En ese entonces, Carlos estaba casado con lady Diana Spencer, princesa de Gales, con quien tuvo dos hijos, Guillermo y Enrique. Lady Di públicamente reconoció los amores entre Camilla y Carlos.
Luego de la trágica muerte de Diana en 1997, Carlos se acercó más a Camilla, quien lo acompañó hasta en actos sociales.
Es más, en el 2002, tras la muerte de la Reina Madre, Carlos decidió ocupar la mansión londinense de Clarence House como residencia oficial, donde también vive Camilla de forma permanente.
Los amigos de Carlos dicen que Camilla le ofrece la calidez, seguridad y comprensión que no ha encontrado en el estricto ambiente palaciego donde creció. El aspecto juguetón de su relación se puede ver en los apodos que se dirigen cada uno: Carlos la llama "Gladys" y ella le dice "Fred".
En cuanto a los anillos, Carlos los compró ayer en la joyería The Goldsmiths' Company. Y se supo que la luna de miel la pasarán en Escocia.
Todos opinan
Las reacciones por la boda no se hicieron esperar. El mismo Carlos de Inglaterra confesó sentirse "muy emocionado". Mientras que sus hijos dijeron estar "encantados" con la boda.
Según los medios británicos, "los jóvenes príncipes consideran que Carlos y Camilla deben casarse ahora, porque este es el momento adecuado". Sin embargo, Guillermo y Enrique, que han evitado ser fotografiados cerca de Camilla, siguen hablando de su madre, Diana, en reportajes públicos.
Mientras, la reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, confesaron sentirse "muy felices" y les expresaron sus "deseos más cálidos en su futuro juntos".
Los religiosos y políticos también hablaron. El arzobispo de Canterbury bendijo los planes de boda, porque "son coherentes con las directrices de la Iglesia anglicana". Y el primer ministro, Tony Blair, de parte de su gobierno, les deseó un futuro feliz juntos.
Apuestas, apuestas...
Por más incrédulo que parezca, los británicos no han perdido ni un minuto para hacer apuestas acerca de la duración del enlace del año.
Ya lo había pronosticado una encuesta del periódico Times, que el año pasado dijo que una boda entre Carlos y Camilla dividiría a la opinión pública británica en dos bandos: 32% de los encuestados dijo estar a favor y 29% se manifestó en contra del enlace; mientras que al 38% no le importaba.
Lo cierto es que la noticia de la boda tuvo repercusión en la agencia de apuestas Ladbrokes, donde hace cinco años, con la opinión pública contraria a la relación, la apuestas llegaron a correrse hasta a 50/1.
Pero las apuestas han ido más lejos. La también británica William Hill especula con la hipótesis de que el heredero se convierta en padre de nuevo antes de que concluya el 2006; y las apuestas ya están 20/1.
(Basado en Servicios Internacionales)
