Jarro de agua fría para el Real Madrid: Zinedine Zidane, leyenda blanca como jugador y entrenador, anunció ayer que abandona el club tras entrar en los libros de historia al ganar tres Ligas de Campeones consecutivas.
Por sorpresa, cuando el club merengue todavía saboreaba el triunfo del sábado por 3-1 contra el Liverpool, Zidane convocó repentinamente a la prensa y anunció: “Tomé la decisión de no seguir”. “Este equipo debe seguir ganando y necesita un cambio para esto. Después de tres años necesita otro discurso, otra metodología de trabajo y por eso tomé esta decisión”, razonó el técnico francés de 45 años.
A su lado estuvo, con gesto resignado y voz apagada, el presidente del club, Florentino Pérez, que apostó por ficharlo como jugador y subirlo del banquillo del filial al primer equipo a principios de 2016 aunque no tenía experiencia en la élite. “Después de conquistar esta nueva Copa de Europa, para mí ha sido una decisión totalmente inesperada. Es un día triste para mí, para la afición, para todos los jugadores”, aseguró Pérez, que conoció las intenciones de Zidane un día antes.
“Como jugador y ahora como entrenador decidiste despedirte en lo más alto (...) Te vas pero tu legado ya es imborrable. Uno de los capítulos más exitosos de la historia de nuestro querido Real Madrid”, tuiteó el capitán blanco Sergio Ramos.
“Es un día no agradable para el Madrid. Se va una persona que es una leyenda dentro de nuestro club. Se ha ganado el derecho a decidir su camino. Debemos respetarlo”, señaló desde Roland Garros Rafael Nadal, reconocido hincha del club blanco.
Doce años después de su amarga despedida como jugador en activo, expulsado en la final del Mundial de 2006 perdida por Francia ante Italia en la tanda de penaltis, Zidane optó por terminar su primera etapa como entrenador en la cumbre. Designado como entrenador blanco a principios de 2016, el elegante excentrocampista francés congenió rápidamente con los astros de la plantilla blanca, decepcionados con los métodos del fugaz técnico Rafa Benítez. Los escépticos que atribuían sus primeros éxitos a la suerte -“la flor de Zidane”, decían muchos- tuvieron que rendirse finalmente a un palmarés deslumbrante: nueve títulos y ninguna final perdida.
