Uruguay logró la ansiada clasificación a Rusia 2018, pero además se llevó un extra: un pasaje directo, sin escalas, a la próxima Copa del Mundo, algo que no conseguía desde 1990.
La alegría de los parciales de Uruguay, un país de 3.4 millones de habitantes de gloriosa historia futbolera, es doble, por el rendimiento y el resultado conseguido por el combinado que dirige el ‘maestro’ Óscar Tabárez, pero también porque los charrúas siempre dependieron de sí mismos para lograr el objetivo.
El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, definió de forma sucinta y precisa lo que es el sentimiento generalizado del hincha, antes del encuentro ante Bolivia en el estadio Centenario el pasado martes. Ir a un Mundial “sin sufrir. Me parece mentira”, dijo Vázquez, quien fue dirigente del local club Progreso.
Es que los uruguayos han tenido que “usar la calculadora” -una expresión que se popularizó en el país- en cada uno de los últimos premundiales. Los charrúas estuvieron presentes en 2002, 2010 y 2014. En todos los casos, llegaron al torneo vía repechaje, luego de sufridas etapas de clasificación, y a pesar de contar entre sus filas con algunos de los mejores jugadores del mundo. Pero las cosas cambiaron.
Uruguay estuvo entre los tres mejores de la clasificatoria desde el inicio del certamen. La última clasificación directa fue a Italia 1990.
