El béisbol, un deporte que nunca se ha regido por el tiempo, implementó el pasado fin de semana por primera vez un reloj de lanzamientos en los juegos de pretemporada, en un intento por apresurar tanto a pitchers como a bateadores y evitar que los aficionados modernos le cambien de canal debido a los juegos que cada vez son más prolongados.
Los 16 juegos en Florida y Arizona estaban programados a realizarse bajo las nuevas reglas, que se introducen paulatinamente sin que haya sanciones por incumplimiento durante los primeros días.
No hubo ningún incidente notable durante las tardes, en la que tres de seis juegos estuvieron cerca o rebasaron las tres horas. “Espero que acelere el ritmo”, dijo el mánager de los Marlins Don Mattingly después de que los Cardenales de San Luis vencieron 11-1 a los Marlins de Miami en 3 horas y 15 minutos. Desde sus orígenes el béisbol se ha promovido como un deporte sin tiempo, pero el hecho de que el tiempo promedio de los juegos haya rebasado las 3 horas dejó de ser algo digno de presumirse y se convirtió en una razón por la que los aficionados jóvenes buscan otras formas de entretenimiento.
Desde que asumió como comisionado, Rob Manfred ha convertido en una de sus prioridades reducir el tiempo de juego. El año pasado, el tiempo promedio de un juego de nueve entradas cayó a tres horas — cinco minutos menos que la campaña previa, pero aún 36 minutos más que el juego normal de 1976.

