Amediados de abril, después de un entrenamiento, Julio Dely Valdés dijo algo referente a la Sub-22 que a mí en lo personal me dejó pensando. Lo reproduzco textualmente: “Se necesitan muchos microciclos, lamentablemente, no yo, Panamá ha empezado tarde, por eso intentamos trabajar de manera distinta para que los jugadores puedan asimilar rápidamente”.
Por esos días la Sub-22 fue el sparring del equipo mayor y viceversa en la cancha del Rommel Fernández, ante la falta de fogueos. Dely Valdés reconocía que estaban contra el tiempo, porque no podrían entrenar todas las semanas. Más adelante venían los amistosos del equipo mayor con el País Vasco, Colombia, Uruguay, y l a Copa Oro. Igualmente, el Mundial Sub-20.
Dely Valdés dejaba entrever que iba a ser difícil el repechaje contra El Salvador , porque no iba a haber continuidad en los microciclos, ni mucho menos pensar en un fogueo internacional. Los salvadoreños, en cambio, sí lo tuvieron dos veces contra Cuba. Fueron días de mucho fútbol para la mayor.
Por un momento la Sub-22 quedó bajo la observación de Rolando Palma, mientras el cuerpo técnico asumía la dirección en la Copa Oro.
Hoy, después de haber quedado afuera del Premundial tras participar en los últimos cinco torneos , inclusive uno con el mismo Julio Dely, lo sucedido contra El Salvador era un anuncio de lo que se venía.
Sucede que durante los últimos años en Panamá, en materia de fútbol, muchos miran a los salvadoreños por debajo de los hombros. Nos creemos mejores que ellos. La misma sensación que pudiera tener la Fepafut, por su forma de actuar.
No cabe duda de que la Fepafut no le prestó la mejor atención a la Sub-22. Se pensó, tal vez, que como el rival era El Salvador, la victoria estaba garantizada. Exceso de confianza. Se apostó a la calidad de los jugadores, que tampoco respondieron. Ni con los del patio ni con los legionarios. No hubo funcionamiento.
Hora para que la Fepafut ponga sus barbas en remojo.