En un combate dominado de principio a fin, el británico Tyson Fury derrotó por nocaut técnico en el séptimo asalto al hasta ahora invicto Deontay Wilder y le arrebató el título de los pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
La pelea debía resolver el dramático empate con el que concluyó su primer enfrentamiento 14 meses atrás. Pero la igualdad de aquel combate entre peleadores invictos desapareció el sábado en cuanto sonó la primera campana en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas (Nevada).
Fury rompió los pronósticos dominando al estadounidense y llevándole al suelo en el tercer y quinto asalto antes de que, en el séptimo, desde su esquina le lanzaran la toalla para decretar el nocaut técnico, lo que provocó quejas de un Wilder que se tambaleaba con sangre en su oreja izquierda y boca.
“Deseo que mi esquina me hubiera dejado salir. Soy un guerrero, eso es lo que hago (...) Pero no hay excusas, volveré”, aseguró Wilder, que apunta un balance de 42 victorias, 1 derrota y 1 empate.
Fury (30-0-1), el único boxeador al que Wilder no ha ganado por nocaut, reconoció el valor de su rival frente a los 15,816 espectadores que abarrotaron el estadio.
“Quiero darle las gracias a Wilder, que vino aquí esta noche y peleó. Es un guerrero, volverá a ser campeón otra vez“, afirmó Fury antes de comenzar su festejo. “El rey ha vuelto al trono”, clamó eufórico el nuevo monarca antes de lanzarse a cantar varias estrofas de la canción “American pie”.
El peleador británico, de 31 años, comenzó su espectáculo desde la presentación. Del vestuario salió llevado en alzas sobre un trono dorado y portando, premonitoriamente, una corona sobre la cabeza.
Fury vuelve a ser campeón después de perder sus cinturones de la AMB (Asociación Mundial de Boxeo) y la WBO (Organización Mundial de Boxeo) en 2016 frente a Wladimir Klitschko.