Acostumbrado a campar a sus anchas en el Santiago Bernabéu, el capitán del Barcelona, Leo Messi, no pudo hacer su magia el domingo frente al Real Madrid, muy vigilado por los rivales y acumula ya cinco clásicos sin ver puerta.
El rosarino no pudo festejar con una victoria el partido en que se convirtió en el jugador del Barça que más clásicos ha jugado, con 43 enfrentamientos, sino que vio como los merengues se imponían 2-0 para arrebatar el liderato liguero a los azulgranas.
“Esta vez el Bernabéu no fue su jardín. Estuvo incómodo, como si le faltara chispa”, escribió ayer Lunes el diario Mundo Deportivo.
“De todos los problemas que tiene ahora mismo el Barça el más acuciante es la soledad de Messi”, escribió el director de Sport, Ernest Folch. El capitán azulgrana había encendido las alarmas, incluso ya antes del encuentro, cuando en un vídeo a su llegada a un hotel madrileño parecía cojear.
Las dudas sobre su físico aumentaron viendo sus evoluciones sobre el terreno de juego, especialmente en el segundo tiempo cuando Marcelo le arrebató un balón desde atrás.
La ‘Messi-dependencia’ del Barça se evidenció de nuevo el domingo.

