El brazo fuerte de Mariano Rivera no se olvida en Puerto Caimito. En la calle del Tamarindo recuerdan cómo, a punta de pedradas, tumbaba los cocos de las palmas, muy cerca de donde creció, a los pies del mar y de la pesca, todavía la principal fuente de trabajo de la comunidad.
En ese lugar, nombrado así por una árbol de tamarindo del que ya pocos se acuerdan, Rivera, ahora de 49 años de edad y una leyenda en las Grandes Ligas, comenzó a jugar béisbol con manillas de cartón, bolas de trapos y de tenis, golpeadas con bates confeccionados con madera de manglar. La calle polvorienta y recubierta con poco asfalto sigue viva. Ya no se juega con tanta frecuencia, pero en ella residen todavía amigos del ahora cinco veces ganador de la Serie Mundial con los Yankees de Nueva York.
Uno de ellos es Simión Amor Cañizales, quien relató cómo Rivera demostró desde niño sus quilates en el béisbol, cuando participaba en las birrias que se disputaban en el área, también conocida como el astillero, y que se convertía en un improvisado estadio, que ahora goza de fama, pero de poco béisbol. Al menos eso resalta en un recorrido que se realizó en el sector, con aroma a mar y a pescado frito.
Su casa está ubicada casi al frente donde quedaba la vivienda de Rivera, los años han pasado, pero los recuerdos están latentes. “Mariano también jugaba como campo corto, hacía de receptor y era un buen bateador”, describió a Rivera, quien el próximo 21 de julio será exaltado al Salón de la Fama en Cooperstown, como el único pelotero que fue seleccionado unánimemente en el historia del béisbol.
Contó que el 13 veces All Stars tenía pinta de Grandes Ligas y que desde pequeño mostraba gran velocidad en sus lanzamientos, los cuales le hacían destacar en una familia que es recordada porque varios de sus integrantes eran buenos peloteros.
No olvida que frente a su casa había un solar de arena, engalanado por palmas de coco, que se mecían por el viento y donde se forjaron buenos jugadores que más tarde conformarían la selección de Puerto Caimito de béisbol, una de las más temidas de la región. “Era tal la fortaleza del brazo de Mariano que podía tumbar un coco de una palma con una pedrada”, relató, mientras dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro.
Como anécdota dijo que la novena de Puerto era tan buena jugando, que una vez le apostó 40 dólares, de una plata ajena que tenía en su poder, con la buena fortuna que pudieron remontar una desventaja de tres carreras a punta de jonrones.
Así creció Rivera, entre la pesca y el béisbol. Hijo de una familia de pescadores, el exlanzador de los Yankees siempre estuvo vinculado a esta actividad marina, de la cual se alejó, según Simión, tras un accidente que sufrió en una embarcación, en el que su tío murió producto de las heridas.
Necesidades del pueblo
El pueblo es pequeño, caluroso, con muchas necesidades y gente que se dedica a la pesca de diferentes formas. Casi todos han escuchado de las hazañas de Rivera.
Las playas están repletas de pequeñas embarcaciones que utilizan los pescadores para traer productos marinos y venderlos, una de las principales fuentes de empleo del poblado, con menos de 20 mil habitantes.
Entre ellos está Omar Bultrón, una de las autoridades de la región, con apenas 19 años de edad, para ser uno de los representantes más jóvenes en todo el país.
“Puerto Caimito ha sido un pueblo olvidado por los distintos gobiernos”, destacó Bultrón, quien mencionó que entre las necesidades más apremiantes de la comunidad están la salud, carreteras y el deporte.
El representante señaló que una de sus prioridades es la activación del Minsa Capsi y para ello contempla una reunión con Rosario Turner, nueva ministra de Salud. En el campo deportivo promoverá la construcción de canchas sintéticas.
Bultrón siguió mencionando más necesidades del puerto, mientras expresaba el orgullo que representa para el pueblo la exaltación de Rivera al Salón de la Fama.
El representante no conoce personalmente a Mariano, pero sabe de su contribución a la comunidad y de su impacto. “Qué orgullo que sea parte de Puerto Caimito”, destacó .
Las autoridades planean honrar a Rivera el 16 de noviembre próximo, cuando Puerto Caimito cumpla un aniversario más, dándole la distinción de hijo meritorio por sus hazañas logradas en el béisbol.
El receptor de Mariano
Gonzalo González muestra un área de su mano que cambiaba de color tras recibir los lanzamientos del ahora hombre récord en salvamentos, con 652 en la historia de las Grandes Ligas.
El residente de Puerto Caimito se dedica a la pesca y no olvida la recta de su compañero Mariano o Pili, como es conocido también en Puerto Caimito.
El pescador revela, entre risas, que él fue el receptor de Rivera, un hombre al que describe como disciplinado, y corroboró, igual que Simión, de cómo el ex jugador de los Yankees por 19 temporadas tumbaba los cocos.
También mencionó que Rivera le contó que jugar en Estados Unidos no era fácil. “Él me decía que pasaba páramos, que le tocaba lavar la ropa y hasta cocinar, en pláticas que tenían porque eran vecinos”, agregó.
Recuerda que hacían recolectas para jugar en otras áreas como Cerro Cama, y que la velocidad de sus lanzamientos la estima en 90 millas por hora, una de sus cualidades principales.
“Pero no crean que Mariano era solo béisbol, también jugaba buen fútbol y baloncesto”, señaló González, que entre sus recuerdos está ver a Mariano tejiendo redes para pescar.
Asegura que el éxito de Mariano en las Grandes Ligas se debió a su rectitud. “Él venía de Estados Unidos y todos los días cogía ese carro y se ponía a correr, así de disciplinado era”, comentó González.