Su clamor es nuevo, pero no quieren que se interprete como un reclamo, conocen que el problema es complejo. Los surfistas panameños son callados, solo necesitan una tabla y una buena ola para divertirse, pocas veces escuchan los aplausos, pero sus triunfos los celebramos todos.
Ellos se están quedando sin lugares donde entrenar y competir, pese a que su territorio panameño le sobran playas, sus estadios, las cuales dan paso al progreso, ese mismo que genera empleos y divisas al país. Ellos no están en contra de eso, tampoco de los inversionistas que arriesgan su dinero en mejorar y embellecer las playas de nuestro país.
Su clamor es el de todo atleta que no tiene donde entrenar, igual como reclama el fútbol, como lo hace el atletismo y en ocasiones el béisbol. La única diferencia es que sus coliseos deportivos son naturales y en Panamá abundan, ellos piden, palabras menos palabras más, un lugar protegido para surfear como lo hay en otros países, donde este deporte olímpico se conjuga con la inversión hotelera.
Los surfistas se están organizando para pedirle a Pandeportes que utilice todos sus medios y recursos para que tengan un espacio para poder desarrollarse sin afectar a nadie. Reconocen el esfuerzo de las personas que han construido al frente de las playas, lo que denuncian es que se están quedando sin playas para realizar sus competencias, muchas de ellas de carácter internacional que se convierten también en un atractivo turístico para Panamá.
El surf no tiene muchos atletas de alta competencia, pero recientemente hemos visto una camada de jóvenes talentos que vienen sorprendiendo gratamente, pese a que no cuentan con las condiciones necesarias. ¡Qué tal si uno de ellos puede ser nuestro próximo medallista olímpico! Advierten que como en todo deporte no se puede permitir el desorden, pero explican que así como en otras disciplinas no se puede controlar que uno o un grupo de surfistas fomenten malos hábitos en las playas, un lugar donde supuestamente todos tenemos derecho.
Lo más sano es que Pandeportes escuche su clamor y les declare un área protegida, especial para ellos, como un estadio para poder desarrollar sus competencias y entrenar. Los surfistas han sido, hasta el momento, una comunidad silenciosa que se trasladaba de playa en playa en todo el país para realizar sus torneos; sin embargo, en los últimos años han visto reducidos considerablemente esos espacios, por eso hacen este llamado de atención.

