La inocuidad alimentaria está relacionada con el riesgo de contraer enfermedades causadas por bacterias como el E.coli, la listeria, o por patógenos fúngicos como la aflatoxina. Estas amenazas son las responsables de que más de 600 millones de personas enfermen cada año y de las 420 mil muertes en todo el mundo, especialmente en África y en el sudeste asiático.
Sin embargo, ha llegado el momento de ampliar nuestro conocimiento sobre lo que está en juego. La inocuidad alimentaria no puede tratar solo de prevenir intoxicaciones o enfermedades por culpa de alimentos nocivos, sino que hay que abordar toda la gama de riesgos para la salud que se derivan de la dieta.
Es el caso, por ejemplo, de la obesidad que ya sufren más de 670 millones de adultos en el mundo. Hay proyecciones que estiman que el número de gente obesa pronto superará el de la gente hambrienta (821 millones en 2017).
El consumo de alimentos ultraprocesados es una de las razones principales tras los alarmantes y crecientes niveles de obesidad y de las enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión, que suponen un gasto sanitario global de unos 200 mil millones de dólares y enormes pérdidas de productividad. A pesar de ello, mucha de la comida ultraprocesada —llena de grasas saturadas, azúcar refinado, sal y aditivos químicos— se sigue considerando sana para el consumo.
Es el momento de explorar reglas robustas y regulaciones que estimulen la producción, comercio, venta y consumo de alimentos sanos y nutritivos. En ese sentido, los países miembros de las Naciones Unidas sentaron las bases de la legitimidad y de los motivos para pasar a la acción con la adopción de la Declaración de Roma sobre Nutrición en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN2), que se celebró en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2014 y, de nuevo, el pasado diciembre, cuando la Asamblea General adoptó la resolución sobre salud global y política exterior, señalando el progreso de los sistemas alimentarios como un asunto de salud global.
La resolución de la ONU urge a los países a promover dietas y estilos de vida saludables mediante acciones y políticas, incluyendo la implementación de todos los compromisos relacionados con la nutrición. Es el primer paso de un largo camino por delante en el establecimiento de regulación internacional para lograr dietas saludables que se basen en el hecho de que la obesidad es un asunto de salud global y no una mera consecuencia de las elecciones individuales. El Códex Alimentarius, el cuerpo creado por la FAO y la OMS, es el foro principal para la creación de estándares para abordar los riesgos de inocuidad alimentaria. Proteger la salud de los consumidores está en el centro de su misión. Puede ayudar a crear estándares efectivos y criterios de etiquetado que permitan aumentar la conciencia sobre dónde se sitúan los riesgos para la inocuidad alimentaria.
El autor es director general de la FAO.