Los cortes de luz, a veces más de una vez en un día y por varias horas, han arreciado en ciudades del occidente de Venezuela, sin una solución visible y con argumentos sobre las causas que van desde vandalismo y sabotaje hasta el impacto de la sequía y la falta de inversión.
El problema, que se suma a la hiperinflación y escasez que enfrenta la población del país petrolero sudamericano, ocurre pese a que el gobierno socialista suspendió un plan de racionamiento eléctrico, cerca de un mes después de que lo había ordenado por el bajo nivel de los embalses.
“El día que el ministro dijo que se suspendían los cortes, hubo un apagón de seis horas”, afirmó Nelly Moreno, una auxiliar de enfermería de 32 años, cuando esperaba que volviera la luz en su casa en la ciudad fronteriza de San Cristóbal.
El ministro para la Energía Eléctrica, Luis Motta, denunció que varias unidades que distribuyen electricidad han sido incendiadas e hizo un llamado a la colectividad a estar alerta.
“Denunciemos cualquier situación que vean extraña cerca de las estaciones, porque esto es un plan que está bien definido y que está en marcha”, aseguró en declaraciones a la televisora estatal.
La compañía eléctrica estatal Corpoelec, dirigida también por Motta, había ordenado en marzo un plan de interrupciones de luz por cuatro horas diarias en seis estados en medio de la sequía, pero resolvió levantar la medida por una mejora en el nivel de los embalses.
“Aquí no hay apagones, sino alumbrones, porque la luz se va hasta 12 horas”, dijo Carmen Zabala, una trabajadora del sector público que vive en la calurosa ciudad de Maracaibo.