Dan Peate, capitalista de riesgo y empresario del sur de California, pensaba en comprar un Tesla Model X hace unos años, hasta que llamó a su compañía de seguros y descubrió cuánto subirían sus primas.
“Me cotizaron $10 mil al año”, recordó Peate.
A raíz de toda la preocupación sobre los accidentes de autos sin conductor, incluidos los problemas de Tesla con su modo de conducción autónoma limitada “Autopilot”, es fácil olvidar una de las supuestas virtudes de los vehículos autónomos: carreteras más seguras. Se espera que la tecnología, radares y cámaras sean más adeptos a la hora de detectar problemas que nuestros ojos y oídos. Asimismo, las computadoras nunca se emborrachan, revisan Tinder o se duermen al volante.
Peate, de 40 años, inició anteriormente una compañía llamada Hixme, proveedora de seguros de salud grupal. Ahora busca lanzar una nueva empresa especializada en seguros para vehículos con modos de conducción automatizada (e incorporar con el tiempo los automóviles totalmente autónomos). Su experiencia con la aseguradora de su automóvil anticuado, con conductor, no hizo más que confirmar esa necesidad.
Cuando las aseguradoras y los actuarios fijan el valor de un seguro ante un nuevo tipo de riesgo, explicó Peate, cobran más porque no tienen suficientes datos.