Barsallo da cátedra de un buen café

Barsallo da cátedra de un buen café


Un tour por una finca de café geisha en Boquete, provincia de Chiriquí, fue suficiente para cautivar a Manuel Barsallo. Su interés por este producto panameño, que se cotiza en las grandes ligas de la caficultura mundial, se convirtió en poco tiempo en su estilo de vida.

En su blog escribía del café geisha local, mientras que en su Instagram publicaba fotos de las grandes cafeterías que visitaba.

“Poco a poco esto fue tomando forma, incluso marcas de afuera comenzaron a seguirme y mostraban interés por lo que hacía”, dijo el hombre que hoy rompe paradigmas al ofrecer un buen café en un área industrial tradicional; una zona en la que sorprende su sola presencia por no ser de las más populares para compañías emergentes.

Previo a la apertura de la tienda, y con la idea de aprender más sobre esta cultura, Barsallo se certificó como catador de café, logró participar en la cata internacional The Best of Panamá y más tarde se certificó como tostador en San Francisco, Estados Unidos.

El siguiente paso fue abrir el negocio para ofrecer un producto exclusivo: café panameño con sello de exportación a precio accesible. Así fue como en junio de 2017 nació Paddle Coffee, un lugar donde los clientes se vuelven amigos y pueden profundizar su conocimiento sobre esta bebida panameña.

Roberto Brenes, banquero, productor de café y cuyo grano ha estado entre los mejor calificados en el país, es uno de esos clientes que suelen visitar Paddle Coffee. Tal vez porque todos los cafés que se venden en Paddle Coffee son de granos especializados.

Con la tienda, Barsallo tuvo el olfato de atender a los ejecutivos que se mueven por el área de la Ricardo J. Alfaro y el parque industrial de Los Ángeles. Algunos, incluso, ni trabajan ni viven por las cercanías, pero se trasladan a Paddle Coffee para vivir la experiencia de un café de calidad.

Para seleccionar el producto, el joven emprendedor viaja personalmente a los plantones de café geisha ubicados en Boquete y Volcán en la provincia de Chiriquí.

“Cato todos los cafés y dependiendo del sabor y del puntaje los compro. Usualmente adquiero café de 86 puntos para arriba, lo que implica que es un grano de calidad de exportación, certificado por las asociaciones por cumplir con todos los estándares”.

Para asegurar una buena taza de café se evalúa el aroma, la fragancia, acidez, dulzor, cuerpo, taza limpia y uniformidad del producto.

En esta ola de vender el mejor café que se pueda brindar al cliente, se han montado otros locales en el país. Barsallo no está solo, aunque tiene su propia receta.

¿Qué hace a Paddle Coffee diferente?

El joven emprendedor define como un elemento diferenciador el hecho de que es un espacio orientado a la educación del consumidor. “Nos encanta cuando el cliente llega y hace preguntas sobre la bebida”.

En su reinvento diario practica nuevos perfiles, tratando de conseguir cafés exclusivos y experimentos continuos. “De vez en cuando coloco café geisha en barra, un proceso que no es muy conocido en Panamá”, asegura.

El precio de una taza de café varía dependiendo del método de preparación y el grano, ya que unos son más exóticos que otros.

Antes de llevar este café a la taza, se compra el grano, se tuesta y se perfila. Una vez se saque la receta correcta, se espera de cuatro a cinco días para colocarlo a la venta.

“Trato de mantener los precios lo más real posible para que el consumidor tenga acceso a este tipo de café, conocido por su fama a escala mundial”, dijo.

En Paddle Coffee una taza de café geisha está entre $4.00 y $7.00, sin embargo, todo dependerá de la calidad del grano. Por ejemplo, hay un grano exótico llamado tekisic, que por ser un bulbo mejorado, su precio es un poco más alto.

NUEVOS RETOS

El empresario asegura que emprender en este tipo de negocios es desafiante. Se trata de una industria con conceptos nuevos y diferentes.

El costo de comercialización de la materia prima también es otro factor que influye.

“El precio a la venta del café geisha panameño es más alto de lo que podría comprarse en el mercado de Etiopía (África oriental) o de Colombia, que son un poco más baratos”, dijo.

Su apuesta, al igual que la de toda su familia, es seguir creciendo y mantener la calidad en los productos y servicios.

“La idea es que este local se convierta en la cafetería amigable del vecindario. Que el consumidor siga mostrando interés por el café panameño, al mismo tiempo que se promueve el producto local ”, explica.

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