La última vez que las concesionarias Cadillac estaban tan ocupadas como ahora, el presidente de Estados Unidos era Ronald Reagan. En ese momento se podía comprar un majestuoso De Ville o un espléndido Fleetwood, que eran básicamente una combinación de BMW con barcos pesqueros.
A pesar de la estética náutica, pocos llegaron a atravesar el océano. Eran por completo estadounidenses. En 2016 los consumidores compraron 309 mil Cadillacs en todo el mundo, y casi la mitad de los orgullosos nuevos propietarios no vivían en América del Norte, según datos de ventas de General Motors Co., difundidos el martes.
Luego de años de fuerte inversión en ingeniería y esfuerzos de marketing aparentemente dignos de Sísifo, por fin los mejores vehículos de General Motors hacen su incursión en el exterior. Pueden verse Cadillacs en las carreteras alemanas esquivando las fábricas de Porsche y BMW. Buick, por su parte, ha llegado a dominar el mercado de autos de lujo en China. Las dos marcas tienen un buen desempeño en Estados Unidos, pero es en los mercados internacionales donde tienen más peso.
En 2016, el 84% de los Buicks y el 45% de los Cadillacs estaban en manos de compradores no residentes en Estados Unidos ni en Canadá. Ambas marcas registraron aumentos de dos dígitos, en su mayor parte gracias a los conductores de China y Europa central. Lo más notable fue que GM logró todo eso en un período en que el dólar afectaba su desempeño en lugares donde los conductores pagan en euros, libras, yenes o yuanes.