La caída del precio del petróleo parece un golpe de suerte para Estados Unidos (EU), pues ha puesto en apuros a países hostiles hacia Washington, pero un colapso profundo y duradero del crudo podría implicar un preocupante riesgo de desestabilización.
EU sigue siendo un importador neto de petróleo, aunque la novedosa explotación de crudo de esquisto lo ha convertido los últimos años en uno de los mayores productores mundiales.
Como comprador, por lo tanto, una caída del petróleo beneficia a su balanza comercial.
Por el lado del consumo “no hay duda de que los bajos precios del petróleo son buenos para Estados Unidos, dolorosos para algunos (las empresas y los estados más relacionados con el sector), pero buenos para el conjunto general de la economía estadounidense y, en particular, para los consumidores”, que están ahorrando en gastos de combustible y calefacción, resume Bruce Everett, antiguo ejecutivo de Exxon Mobil y ahora profesor universitario de Georgetown.

