Eric Orlich y su esposa, Gioconda Rojas, guardan dos vehículos eléctricos en el garaje de su casa, donde tienen instalado un cargador para los autos, alimentado por paneles solares en el techo.
Esta familia con dos hijos, radicada en una zona montañosa al este de San José, parece la familia del futuro próximo de Costa Rica, que lanzó en febrero un Plan Nacional de Descarbonización para suprimir el uso de combustibles fósiles hasta 2050.
“Es muy factible y muy necesario”, comenta sobre el plan Orlich, un empresario de paneles solares que preside la Asociación de Movilidad Eléctrica, promotora del uso de transportes impulsados por electricidad.
Lo que más le entusiasma del plan es el foco en el transporte público libre de emisiones, con autobuses y un tren eléctrico. El objetivo es alcanzar 70% del transporte público eléctrico en 2035, y 100% en 2050, plazo para cumplir las metas de descarbonización.
“ ¿Es factible esa meta? Sí lo es, y posiblemente se logre antes”, comentó Orlich.
Su criterio es compartido por la antropóloga y diplomática costarricense Cristiana Figueres, negociadora del Acuerdo de París de 2015 para frenar el cambio climático.
“El Gobierno prudentemente puso la fecha 2050 (de plazo del plan), porque es lo que exige el Acuerdo de París, pero tengo la confianza de que esto lo vamos a lograr antes”, dijo Figueres.
“Una vez que hayamos desencadenado el proceso de la electrificación de la movilidad, de reactivar una agricultura y ganadería más eficientes, vamos a tener el efecto exponencial del cambio de tecnología” que permitirá acelerar la descarbonización, vaticinó Figueres.
El plan de descarbonización lanzado por el presidente Carlos Alvarado plantea una transformación de la economía sustentado en la matriz eléctrica costarricense, basada en fuentes renovables. Pretende que la industria, la agricultura y la ganadería operen con fuentes de energía no contaminantes, y aumentar la cobertura forestal a 60% del territorio nacional, desde cerca de 50% en la actualidad.
También se propone modernizar el manejo de los residuos, alcanzando 100% de alcantarillado en las áreas más pobladas del país. El plan contempla una reforma fiscal verde para “desacoplar” los ingresos fiscales por la venta de combustibles y autos, y crear en su lugar una estructura tributaria coherente con la meta de descarbonización.
El área de transporte tiene dos componentes clave: un tren eléctrico que atravesará la Gran Área Metropolitana, que concentra las áreas más pobladas del país; y la modernización del sistema de buses, que deberá articularse con el tren.
La meta es que el usuario pueda desplazarse de su casa a pie o en bicicleta y abordar un sistema de transporte público.
Pero el analista Juan Carlos Hidalgo, del liberal Instituto Cato, de Washington, cuestionó que el programa plantea alcanzar una descarbonización sin tomar en consideración los costos.
El plan será positivo si se pueden tomar medidas en transporte, agricultura y otras áreas bajo criterios de maximizar el beneficio y reducir el costo. Pero el activista de ciclismo urbano David Gómez consideró que el plan es, en cambio, poco ambicioso en las metas para el transporte no motorizado, como el desplazamiento a pie o en bicicleta, con lo que en su opinión no hará nada para eliminar la actual congestión vial. “Necesitamos estímulos para que la gente se sienta motivada a dejar el carro y utilice la bicicleta”, comentó.