Costa Rica pondrá fin a una veda de tres décadas contra el cultivo de café robusta, uniéndose a países cafetaleros de la región como Colombia o Guatemala que impulsan esta variedad menos apreciada pero más resistente a enfermedades y altas temperaturas, dijo un funcionario de alto nivel.
El Ministerio de Agricultura introdujo recientemente un decreto que todavía debe ser firmado por el presidente Luis Guillermo Solís, pese a que todavía algunos en la industria ven al robusta como una amenaza para la fama mundial de Costa Rica como exportador de café arábica de alta calidad.
“Es un decreto para el cultivo del robusta ligado a una zonificación que determinaría técnicamente el Instituto del Café (Icafe) para que no haya mezcla varietal, ni en el proceso de beneficiado”, dijo el ministro de Agricultura de Costa Rica, Felipe Aráuz.
En octubre de 2016, una propuesta para permitir los cultivos de café robusta en el país tuvo un respaldo mayoritario en el Congreso Nacional Cafetalero de Costa Rica, máximo órgano del sector, pero no entró en vigor al no obtener los dos tercios necesarios para su aprobación.
Sin embargo, Aráuz dijo que algunos productores estaban pensando desafiar el decreto que prohíbe el robusta desde 1988 en la corte constitucional, dado que los motivos fitosanitarios y económicos que lo sustentaron ya no aplican desde que la broca del café afecta desde hace tiempo a los cultivos de arábica.
El fin del tabú sobre el robusta se produce en momentos en que las temperaturas y las plagas están limitando el área de cultivo mundial del arábica, pese a que el consumo de café sigue al alza alimentado por la demanda de países emergentes. Cada vez más agricultores en Colombia, Guatemala, Nicaragua o Panamá, países con alto prestigio cafetero, están abrazando el amargo robusta por su dulce rendimiento, que tiene menores costos de producción y se puede utilizar para el café instantáneo o como ingrediente barato para los cafés mezclados.
