Los mariscos más populares en Estados Unidos (EU) ya no son muy estadounidenses, pero sin duda son más baratos.
Un aumento de la importación de camarones de Indonesia, Ecuador e India ha hecho bajar los precios más de un tercio en el último año. Si bien son buenas noticias para los consumidores, que comen más camarones que cualquier otra criatura acuática incluidos salmón y atún, la oferta récord de las granjas de camarones extranjeras afecta a los pescadores estadounidenses, cuya participación en el mercado local se ha reducido a alrededor de 10%. En Wood’s Fisheries, una compañía procesadora de Florida que vende unos 3.60 millones de kilos (8 millones de libras) de camarones estadounidenses por año a empresas de alimentos como Whole Foods y Wegmans, algunos inventarios congelados de camarones del golfo de México se venden ahora a $3.50 por libra (0.45 kilos), menos de la mitad de los $7.20 que costaban el año pasado. Wood’s tiene 680,000 kilos (1.5 millón de libras) de esa variedad, lo que representa la tercera parte de su actividad, dijo Reese Antley, el vicepresidente de operaciones.
“Hay algunas procesadoras y embarcaciones que no sobrevivirán a esas bajas cifras”, dijo Antley por teléfono desde Port St. Joe, Florida.
El panorama no fue siempre tan sombrío para los productores estadounidenses. Hace dos décadas la oferta de camarones era limitada, al menos lo suficiente para que se los considerara un plato gourmet, y competían con los filetes en los restaurantes. El mercado cambió a medida que avanzaban las tecnologías de cultivos marinos. En la década de 1990, los investigadores empezaron a producir camarones libres de gérmenes patógenos, una técnica adoptada en Asia y América Latina, que derivó en una explosión de la producción comercial.

