La economía de Rusia dejó atrás hace tiempo la cesación de pagos de su deuda de 1998, pero es probable que el presidente Vladimir Putin nunca supere lo que un testigo de los acontecimientos llama la “terrible humillación”.
El balance general de Rusia constituye actualmente la envidia de los mercados emergentes, pero ese trauma define todavía las decisiones relativas al personal y la inclinación de la política económica hacia el conservadurismo fiscal.
Desde la gobernadora del banco central, Elvira Nabiullina, hasta Anton Siluanov, nuevamente designado como ministro de Finanzas, los funcionarios actuales integran una generación que, por el hecho de haber “vivido el default de 1998 siendo adultos jóvenes, quedó marcada para siempre”, dijo Martin Gilman, que encabezaba la oficina del Fondo Monetario Internacional en Rusia durante la crisis de la deuda.
No habrá política fiscal a favor del crecimiento mientras este grupo continúe siendo el que Putin quiere ver al mando de la economía, dijo en una entrevista.
El presidente sabe que “fueron probados por el fuego” y que no cometerán otra vez el mismo error, según Gilman, que en la actualidad es profesor en la Escuela Superior de Economía en Moscú.
Putin, que llegó a primer ministro un año después de la debacle de la deuda antes de ser electo presidente en 2000, no ha desviado su curso en lo que se refiere a probidad fiscal, pese a haber modificado desde entonces muchas de las otras prioridades de Rusia.
El país se destaca actualmente entre los mercados emergentes en tanto países que van desde Argentina hasta Turquía se rinden bajo la presión de la debilidad de la moneda y la inflación.Gracias a años de precios del petróleo en alza, Rusia fue capaz de reducir el endeudamiento y pagó su deuda restante a los acreedores del Club de París en forma anticipada.
Pese a las rondas de sanciones occidentales, los no residentes tienen en este momento una proporción récord de valores soberanos en rublos.
En 1998, cuando el crudo se desplomó hasta cerca de $10 el barril, el Gobierno ruso dejó de cumplir con el pago de $40 mil millones de deuda interna, en su mayor parte en manos de inversores extranjeros.
Conforme las proyecciones del FMI, la deuda estatal de Rusia se ubicó apenas por encima de 17% del producto interno bruto en 2017 y permanecerá en torno del 20% hasta 2023.