La producción de palma africana en Barú, provincia de Chiriquí, está en cuidados intensivos.
El exceso de importaciones de aceite de mesa, y el ataque de las enfermedades flecha seca y anillo rojo han provocado en el último año una caída del 80% en la producción de palma aceitera en esta región agrícola del país.
La flecha seca pudre el retoño de la palma y la planta deja de producir los coquitos, fruto que se utiliza para la extracción del aceite vegetal.
La enfermedad también hace que la palma sea más susceptible al contagio de otras plagas, como el ataque del picudo (Rhynchoporus palmarum), insecto portador del nemátodo que provoca la enfermedad anillo rojo, manifestó Ricardo Jiménez, encargado del Programa de Palma Aceitera del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (Idiap).
Los productores de Barú, además de lidiar con las enfermedades y variaciones climáticas, también se enfrentan a una contracción en el mercado por el exceso de importaciones de aceite de mesa.
En el primer semestre del año ingresaron al país más de 14 mil toneladas de aceite de mesa, que equivale a más de 18 millones de dólares, según estadísticas de la Autoridad Nacional de Aduanas.
“Las importaciones de aceite de mesa han dejado a la agroindustria nacional huérfana de un mercado real para poder procesar la producción local. Esto se ha traducido en un golpe certero al productor de la palma aceitera”, manifestó Argelis Mendoza, representante de Extractora del Barú, S.A. (Ebasa).
“Las cuatro empresas que operan en el país no están logrando absorber la producción local debido al exceso de importaciones”, dijo Mendoza.
De continuar la tendencia de importaciones, se calcula que al cierre de 2017 al país ingresarán 28 mil tonelada métricas de aceite de mesa. Es decir, que los productores solo podrán vender a la industria local 2 mil 960 toneladas métricas de corozo.
Para producir una tonelada métrica de aceite vegetal se necesitan cinco toneladas métricas de corozo de palma aceitera.
En Barú, la tonelada métrica del corozo oscila entre 109 dólares y 110 dólares. Sin embargo, hay algunas plantas extractoras que le pagan al productor entre 75 dólares y 95 dólares, asegura el productor Eliécer Aparicio.
La crisis del sector ha generado mucha especulación en el precio pagado al productor, comenta Aparicio.
En la década de 1990, la crisis bananera dio paso al cultivo de palma africana en Barú, actividad que vino a suplir en parte la economía de los baruenses, “es por ello que solicitamos que se frenen las importaciones”, comentó Aparicio.
En términos comerciales, el cultivo de palma aceitera resulta más rentable en comparación con la siembra del tradicional arroz, frijol o maíz, según los productores. Una vez trasplantada la palma, la cosecha comercial se inicia a los 18 meses. De una palma, en promedio, se obtienen 20 toneladas métricas de corozo. Cada gajo pesa entre 22 y 23 kilogramos.
Para tratar de reactivar la producción, el pleno de la Asamblea Nacional aprobó en tercer debate el proyecto de ley No. 392, que adopta medidas para proteger, estabilizar e incrementar los sembradíos de palmas aceiteras afectadas por la flecha seca en Barú.
Con la aprobación de este proyecto, se fortalece el desarrollo agroindustrial de este producto, que les permitirá a los agricultores contar con la implementación de nuevas técnicas agrícolas que permitan una mayor producción. “Actualmente, el rubro está pasando por una crisis ante los bajos precios en el mercado internacional, por lo que se requiere el apoyo al área”, manifestó el diputado del PRD Carlos Motta, quien impulsa la iniciativa.
En Barú, tres cooperativas producen la materia prima para abastecer a las plantas extractoras: La Cooperativa de Servicios Múltiples General Omar Torrijos Herrera, R.L, la Cooperativa de Servicios Múltiples Empresa de Palma Aceitera de Chiriquí y la Cooperativa Agrícola y Servicios Múltiples de Corozo y Palmito, R.L.
También se suma la producción de agricultores independientes.