Durante generaciones, el sendero profesional para los muchachos inteligentes en Detroit y sus alrededores era graduarse de ingeniería o negocios y entonces ser contratado por un fabricante de autos o sus piezas.
Si uno trabajaba arduamente tenía un empleo de por vida, con suficiente dinero para mantener una familia, tomarse vacaciones y comprar una cabaña para fines de semana en Michigan, Estados Unidos (EU).
Ahora esa ruta una vez confiable a la prosperidad parece estar desapareciendo, como lo evidencia el anuncio de General Motors (GM) esta semana de que planea eliminar 8 mil empleos de cuello blanco, aparte del despido de los 6 mil obreros que ya había anunciado. Fue una advertencia aleccionadora de que en esta era de cambios tecnológicos rápidos y radicales, aquellos con educación universitaria no están necesariamente protegidos del tipo de despidos que los trabajadores fabriles conocen bien.
Los despidos reflejan una transformación en curso en la industria automovilística y la economía estadounidense en general, con casi todo tipo de negocio orientado ahora hacia las computadoras, el software y la automatización.