Deutsche Bank AG ha presentado un plan de reestructuración radical según el cual el grupo se retirará del negocio de renta variable, se anotará una pérdida de $3 mil 100 millones en el segundo trimestre y reducirá su plantilla en 20% para dar marcha atrás a la caída de la rentabilidad.
El máximo responsable del grupo, Christian Sewing, aparcará los dividendos durante este año y el próximo, y asumirá cargos de reestructuración de $8 mil 300 millones hasta 2022 para pagar una reforma que reduce el otrora poderoso banco de inversiones del grupo alemán junto con su presencia mundial y su negocio clave de renta fija.
“Hoy hemos anunciado la transformación más fundamental de Deutsche Bank en decenios”, dijo Sewing. “Estamos haciendo lo necesario para liberar nuestro verdadero potencial”.
El alcance de la reestructuración pone de relieve el fracaso de Sewing y sus predecesores más recientes en solucionar el problema fundamental: los costes eran demasiado altos y los ingresos demasiado bajos.
Después del colapso de la fusión negociada por el gobierno con Commerzbank AG en abril, el responsable tenía pocas alternativas para apuntalar la confianza del mercado. Su plan fue aprobado por la junta, en una reunión el pasado domingo.
Algunos de los objetivos financieros establecidos en el plan parecen demasiado optimistas y la meta de lograr un retorno sobre el capital tangible del 8% para 2022 parece “altamente improbable”, escribieron analistas de Citigroup, entre los que figuran Andrew Coombs y Nicholas Herman en un comentario a los inversores.
Alrededor de $83 mil millones de activos ponderados al riesgo formarán parte de una nueva unidad no estratégica y el capital de la entidad crediticia se reducirá como parte del plan.
Con la caída del título de Deutsche Bank en bolsa a la mitad en los últimos dos años, una venta de acciones no era una opción y el banco dijo que no planea una ampliación de capital para cubrir los costes de la reestructuración.