La posibilidad de una conflagración comercial mundial se hizo más real esta semana, después de que Estados Unidos (EU) impuso nuevos aranceles a las importaciones de acero y aluminio procedentes de Canadá, México y la Unión Europea.
Furiosos y decepcionados, los aliados de EU anunciaron que aplicarían aranceles en represalia y en una disputa aparte, China se prepara para castigar a mercancías y servicios estadounidenses valorados en 50,000 millones de dólares, con lo que afectarán a muchos simpatizantes del presidente Donald Trump en el corazón agrícola de EU.
En caso de que estalle la guerra comercial, los productores de queso de Wisconsin se encuentran en la línea de fuego. De igual manera están los agricultores de las Grandes Llanuras y los destiladores de Kentucky, así como los empleados de marcas emblemáticas estadounidenses como Harley-Davidson y Levi Strauss. “Van a afectar a los agricultores”, dijo Bryan Klabunde, agricultor del noroeste de Minnesota. “Queremos equidad para todos los sectores, pero nosotros cargaremos con el peso de las sanciones si otros países adoptan represalias”.
Trump, quien al asumir el cargo se comprometió a deshacer acuerdos comerciales y combatir lo que considera prácticas injustas de comercio, ha chocado con los socios comerciales de EU en todos los puntos cardinales.
Al norte, con Canadá, al sur con México, al este con Europa y al oeste, al otro lado del océano Pacífico, con China y Japón. “El presidente parece crear disputas comerciales (y de otra índole) con todos -aliados y adversarios por igual- y es difícil discernir alguna estrategia coherente”, dijo Rod Hunder, excolaborador del Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de George W. Bush.
“Las consecuencias de las disputas han sido limitadas hasta el momento, pero los costos económicos y políticos aumentarán cuando los socios comerciales empiecen de veras a adoptar sus represalias”.
México, por ejemplo, tiene previsto aplicar medidas punitivas contra el queso y otros productos estadounidenses en represalia por los aranceles al acero y el aluminio. México “es nuestro segundo mercado más grande”, dijo Jeff Schwager, presidente de Sartori, una compañía fabricante de queso en Plymouth, Wisconsin.
Los aranceles de represalia “reducirán las ventas, sin duda”. “Las ventas duramente ganadas en México podrían estar en riesgo dado el potencial de las represalias”, advirtió en un comunicado la Federación Nacional de Productores de Leche.
Ben Steffen, un productor de leche que además cultiva maíz, soya y trigo en 769 hectáreas en el sureste de Nebraska, cerca de Humboldt, está furioso de que Washington haya impuesto aranceles a los socios comerciales y aliados más cercanos de EU. “Estoy molesto porque perjudica mi billetera desde múltiples ángulos”, agregó. “Yo vendo carne de res, maíz, soya y leche. Todos estos productos son vulnerables porque exportamos cantidades importantes a esos mercados”. El mercado lácteo está deprimido desde hace unos tres años y los agricultores han tenido dificultades para alcanzar rentabilidad.

