En la actual administración gubernamental y con el inicio de relaciones diplomáticas entre Panamá y China, las empresas del país asiático han elevado su presencia en el istmo.
Las constructoras chinas, que hasta hace poco tenían un papel testimonial en las licitaciones públicas, se han hecho con grandes contratos de infraestructuras del gobierno de Juan Carlos Varela, que en conjunto con las inversiones privadas suman más de $3 mil 500 millones. Entre ellos destaca el cuarto puente sobre el Canal de Panamá, una obra de mil 420 millones de dólares, el segundo mayor contrato adjudicado por la actual administración después de la segunda línea del Metro de Panamá.
El consorcio Panamá Cuarto Puente, formado por las empresas estatales China Communications Construction Company y China Harbour Engineering Company (CHEC), se alzó con la victoria en una licitación en la que hubo dos comisiones evaluadoras y hasta tres evaluaciones de las propuestas y de la que se retiró la compañía que habría obtenido el contrato según el criterio del último comité evaluador.
También es mayoritaria la presencia de empresas chinas en la licitación de la tercera línea del Metro de Panamá, que unirá la capital con Arraiján y será adjudicada el próximo año.
CHEC ya construye desde 2017 la nueva terminal de cruceros en Amador por $165 millones, mientras que un consorcio formado por China Construction America (CCA) y la panameña Cocige asumió el contrato del centro de convenciones de Amador por $196.7 millones.
En el ámbito privado, el grupo Shanghai Gorgeous, que estableció su sede de empresa multinacional en Panamá, invierte alrededor de mil 800 millones de dólares en dos proyectos en Colón: Panama Colon Container Port, un puerto con capacidad para 2.5 millones de contenedores, y la planta de generación eléctrica Martano, con capacidad para 441 megavatios.
Las constructoras chinas también han puesto su mirada en el sector inmobiliario panameño. CCA, la misma firma que ejecuta el centro de convenciones, promueve un proyecto residencial de lujo en calle 50, el corazón del área bancaria de Panamá.
Alguna de las oficinas aledañas bien podría ser ocupada por el banco más grande del mundo, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC, por sus siglas en inglés), que ha mostrado interés en obtener una licencia general para operar en Panamá y atender al resto de la región. Mientras, el Banco de China estaría ampliando sus operaciones en el país luego del apretón de manos diplomático entre los dos países.
Este año han establecido su sede regional en Panamá empresas como China Tiesiju Civil Engineering y China Railway International Group, que se unen a firmas de tecnología como Huawei y ZTE, que ya tenían presencia desde 2011 y 2010, respectivamente.
La nueva ruta de la seda
En su inminente visita a Panamá, el presidente chino Xi Jinping entregará el estudio de factibilidad de un tren entre Panamá y Chiriquí, que ha sido elaborado con fondos chinos.
La obra se enmarcaría en el proyecto del “cinturón y la ruta”, también conocido como la nueva ruta de la seda, una iniciativa promovida por Xi Jinping que busca mejorar las infraestructuras y las conexiones internacionales, pero que también se ha interpretado como una forma de extender la influencia de China en el mundo y abrir mercados a sus empresas.
En algunos casos, los proyectos, financiados con préstamos chinos, han presionado las finanzas públicas de los países, que se han visto en dificultades para pagar las deudas adquiridas con China, quedando en una posición de debilidad ante la potencia.
La expansión de China a golpe de inversión se produce cuando la principal potencia del mundo, Estados Unidos, repliega su mirada hacia sus fronteras con un Donald Trump que aplica en sus políticas su principal eslógan de campaña: América Primero.
No obstante, la estrecha relación de China con un aliado tradicional de Estados Unidos no ha sentado bien en la Casa Blanca.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, estuvo en Panamá el pasado mes de octubre y, según comentó tras la visita, advirtió al presidente Varela de los riesgos de hacer negocios con empresas chinas, mensaje que no ha refutado el Gobierno panameño. Seis semanas después de la visita de Pompeo, y después de haber coincidido con Trump en la reunión del G20 en Argentina, Xi Jinping llega a Panamá con un nuevo paquete de acuerdos y el proyecto estrella del tren, en lo que parece un estudio del nuevo movimiento en esta partida de ajedrez geopolítico que libran las dos potencias mundiales.