MADRID, España.– Como en los buenos tiempos, las grandes transnacionales españolas han vuelto a poner sus euros en Iberoamérica, superando el pánico del temido "riesgo latinoamericano".
Telefónica adquirió el año pasado los activos de la estadounidense BellSouth en Iberoamérica; el BBVA amplió al 100% su participación en Bancomer y compró la Hipotecaria, principal entidad del sector en México. Iberia, por su parte, ha dicho que en el 2005 comprará una aerolínea latinoamericana y actualmente está en negociaciones con Mexicana de Aviación.
Este renovado optimismo empresarial resulta en un repunte de la inversión española en Iberoamérica, que en términos netos (descontando las desinversiones) alcanzó los 3 mil 910 millones de euros (5 mil 176 millones de dólares), lo que supone un 41.7% del total invertido, según datos de la Secretaría de Estado de Turismo y Comercio hasta junio de 2004. En el 2003, Iberoamérica sólo había captado el 5% del total de la inversión exterior española.
¿Obedece este repunte a una especial conjunción planetaria que no volverá a repetirse? ¿O es una señal del retorno del capital español a Latinoamérica, luego de la "estampida" que causó la crisis en Argentina? Si la situación económica y política de la región se mantiene con los signos positivos registrados en 2004, todo apunta a una segunda ola de inversiones españolas en la región, coinciden fuentes oficiales y empresarios locales.
José María Cuevas Salvador, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales –que integra a más de un millón de empresas públicas y privadas de diversos sectores económicos–, vislumbra que las medianas empresas protagonizarán el esperado regreso del capital español a Iberoamérica.
"Hablamos de empresas que se encuentran internacionalizadas y perfectamente preparadas para afrontar una inversión en Iberoamérica, aunque obviamente no de la misma cuantía que las primeras que entraron la región", explicó el empresario.
Según Javier Sánchez, responsable de Cooperación Empresarial del Consejo Superior de Cámaras, las transnacionales pavimentaron el camino para la siguiente ola inversora, pues las pequeñas y medianas empresas se sienten más cómodas donde puedan encontrar otras empresas españolas que les brinden servicios, que conozcan el mercado y con las cuales se puedan concretar alianzas.
Ahora, las empresas españolas están ajustando sus posiciones en Iberoamérica, saliendo de los mercados más inestables y menos rentables.
México es el consentido del capital español, pues se le considera la puerta de entrada a Estados Unidos, mientras que Centroamérica, –pese a haber superado la imagen de inestabilidad política–, resulta poco interesante por el reducido tamaño de su mercado.