Hace menos de un año, Michel Temer comparó al entonces ministro de Finanzas, Joaquim Levy, con Jesucristo. Ahora, Temer es el presidente en funciones y ya se está aplaudiendo a su ministro de Hacienda recién designado como posible salvador de la economía. Los inversores harían bien en ser cautos.
Quienes creen que el exresponsable del banco central, Henrique Meirelles, está bien posicionado para ayudar a sacar a Brasil de su peor recesión en un siglo solo deben retrotraerse un año para constatar los riesgos de confiar demasiado en un hombre.
Levy asumió en enero de 2015 con la confianza de que podría recomponer la economía de Brasil. No funcionó y los bonos nacionales denominados en dólares perdieron un 17% durante su gestión de 11 meses en comparación con una caída media de 0.4% para los mercados emergentes.
Recuperar la confianza de los inversores es un objetivo clave para Temer, quien asumió la presidencia el 12 de mayo a raíz de una votación en el Senado que llevó a Dilma Rousseff más cerca del juicio político y la obligó a dar un paso al costado.
Temer designó a Meirelles horas después de haber asumido, apostando a que el exejecutivo de BankBoston Corp. y presidente del banco central de Brasil durante el auge del país en los años 2000 podrá convencer a los inversores de que el Gobierno se propone seriamente apuntalar las cuentas fiscales, bajar la inflación y restablecer el crecimiento.
“Pese a la fortaleza y el compromiso de Levy, hubo fuerzas más allá de su control que no le permitieron cumplir”, dijo Alberto Ramos, economista jefe para América Latina en Goldman Sachs Group, Inc.
“Si la pelea política no cede, si las condiciones de gobernabilidad continúan siendo débiles, si vemos vacilaciones o dificultades para avanzar con el temario político, el mercado no responderá bien”.
Luego de su reelección en 2014, Rousseff recurrió a Levy debido a la preocupación de los inversores de que las finanzas tambaleantes del país estaban haciendo peligrar su calificación crediticia de grado de inversión.
Como exadministrador de activos en Banco Bradesco SA, había ganado el mote de “Manos de Tijera” por sus políticas duras para recortar el presupuesto.
Sin embargo, en cuestión de meses, fue evidente que sus esfuerzos destinados a implementar un ajuste fiscal enfrentaban repetidos obstáculos en un Congreso fracturado.