ENFOQUE

Fortalecer la resiliencia

La ONU acaba de declarar formalmente la hambruna en algunas partes de Sudán del Sur, y el riesgo de que estos anuncios se repitan a corto plazo es muy alto.

Cerca de 27 millones de personas en 4 países—Yemen (14 millones), Sudán del Sur (5 millones), Nigeria (5 millones) y Somalia (3 millones)—sufren actualmente grave inseguridad alimentaria, lo que significa que ya están desnutridos y, a menudo, no tienen más opción que vender los activos productivos de los que disponen para sobrevivir. Nunca antes en los últimos 20 años ha habido tanta gente al borde de un desastre de tal magnitud.

Que esta catástrofe está causada por el hombre es evidente: el conflicto civil está arruinando a los cuatro países que ahora corren el mayor riesgo.

La hambruna y la grave inseguridad alimentaria erosionan la capacidad de recuperación del cuerpo humano y dañan la resiliencia de comunidades enteras, ya que los hogares venden el ganado, convierten las reservas de semillas en alimentos o abandonan sus hogares.

Lograr aliviar esta situación supone poner la asistencia alimentaria y agrícola a disposición inmediatamente para conseguir de algún modo apuntalar el sustento de las personas que viven en zonas rurales y dependen de la agricultura y la ganadería. No podemos evitar una sequía, pero podemos evitar que una sequía desencadene en hambruna.

La comunidad internacional debe intensificar todos sus esfuerzos para evitar una tragedia emergente anunciada. Debemos perseguir sin cesar soluciones políticas a los conflictos, y asegurar el acceso a aquellos—incluyendo agencias de la ONU como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Internacional para la Infancia (Unicef) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)—que tratan de ayudar a las personas más vulnerables, que a menudo viven en zonas de difícil acceso.

La agricultura tiene un papel fundamental en los planes de acción de recuperación, ya que la gran mayoría de los hogares en estos países obtienen de ella sus medios de subsistencia. Es totalmente esencial apoyar los sistemas de producción y distribución de alimentos ahora, así como orientarlos hacia la sostenibilidad a largo plazo.

Los esfuerzos humanitarios y de desarrollo deben ir de la mano. Algunas medidas específicas como la provisión de semillas, fertilizantes, herramientas y equipos, servicios veterinarios e infraestructuras de riego pueden acelerar la recuperación y mitigar posibles fuentes de tensiones y conflictos sociales, contribuyendo así a los esfuerzos de consolidación de la paz.

Dado que el norte de Nigeria, Sudán del Sur, Yemen y Somalia están muy expuestos al cambio climático, la sequía y los recursos naturales como el agua son muy limitados, es evidente que se plantearán futuros retos de seguridad alimentaria.

Actuar ahora para fortalecer la resiliencia de estos pueblos también ayudará a las comunidades de mañana a superar esos retos en el futuro.


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