Luego de que 20 millones de personas superaran el hambre en América Latina y el Caribe desde comienzos de la década de 1990, la reducción de la subalimentación se estancó a partir de 2010.
Según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de América Latina y el Caribe, para 2016 el hambre había alcanzado a 42.5 millones de personas– el 6.8% de la población– un aumento de 2.5 millones desde el año anterior.
Casi la totalidad del aumento se vio en Sudamérica, que ha sido impactada con fuerza por la desaceleración económica, menores ingresos fiscales y divisas y menores precios de los minerales y del petróleo.
2016.
De ellos, Venezuela presenta el aumento más significativo –1.3 millones de personas se han sumado al hambre en los últimos años. En contraste con esta situación, 21 países vieron mejoras en sus índices. Junto con el alza del hambre, debemos considerar el incremento continuo y alarmante de la obesidad y el sobrepeso, hoy, uno de los principales problemas de salud pública de América Latina y el Caribe.
Las enfermedades asociadas al sobrepeso y la obesidad son la causa principal de la mortalidad en nuestra región, que de no recuperar la tendencia exitosa de la erradicación del hambre que tuvo, e implementar medidas ambiciosas y de gran escala para frenar la epidemia regional de obesidad y sobrepeso, no tendrá forma de que alcance la meta de poner fin a la malnutrición al año 2030.
Esta tarea debe ser prioridad, no solo para los gobiernos, sino para todos nosotros.
El hambre y la obesidad se derrotan trabajando desde los hogares, uniendo a las comunidades y fortaleciendo sus organizaciones sociales. Requiere también el apoyo de las empresas, especialmente aquellas del sector agroalimentario.