Goles, pasión y tributos



La reciente clasificación de Panamá a la Copa mundial de fútbol que se jugará el próximo año en Rusia conllevó el grito al unísono y como una sola garganta el contundente gol de Román Torres. Con esa misma pasión el pueblo panameño se entregó a una celebración que no parecía tener fin, en donde incluso el que no quiso celebrar, forzosamente desde su cama lo hizo en aquella inolvidable y larga noche de júbilo y celebración nacional.

Se evidencia que nuestro país tiene potencial para que existan más y mejores futbolistas, el deporte no solamente es una herramienta para alejar a los niños y jóvenes del lado de las fuerzas oscuras, sino que debe ser visto como una forma de ganarse la vida de una manera profesional e incluso mejor remunerada que cualquiera otra profesión. Pero, para ser un deportista de éxito, más que estudio se necesita biotipo, talento, disciplina e inteligencia emocional, cualidades que los panameños tenemos y podemos cultivar aún más.

Precisamente, cuando se trata de inversión pública en materia deportiva, al primero que miran es al Estado. Aquel ente abstracto del cual todos somos parte, pero que pocos entienden cómo funcionan sus finanzas. El entramado de las finanzas públicas muchas veces encierra el fracaso de las políticas deportivas, precisamente por mezclarse con elementos políticos, presupuestarios, corrupción, falta de visión, considerar al deporte como un gasto y no como una inversión al pensar algunos ilusos que el deporte se engrandece con ofrecer un balón y una camiseta para que aquellos niños del barrio “birreen”. El Estado debe jugar otro papel entonces: convertirse en un propulsor y garante de las condiciones legales, económicas y técnicas para incentivar que nazcan las iniciativas privadas hacia el desarrollo del deporte.

Nuestro sistema tributario posee tenues pincelazos de incentivos al deporte. Se encuentran en normas dispersas, pero no contribuyen de manera contundente a crear una política de incentivo tributario en materia deportiva. Los impuestos pueden jugar un papel de cambiar actitudes humanas, ya sea incentivando una actividad o desmotivando otra. Igualmente, pueden crear goles y pasión.

Es allí donde podemos aportar tres breves ideas:

1. Se reforme la Ley 41 de 24 de agosto de 2007, mejor conocida como la Ley de Sedes de Empresas Multinacionales (SEM), en cuanto se permita e incluya dentro de sus actividades o servicios que prestan, las actividades deportivas. Panamá reúne las facilidades de conectividad, clima, seguridad, topografía y espacio suficiente para que los grandes clubes y equipos internacionales establezcan sus centros de entrenamiento en nuestro país, lo cual permitiría la interacción con lo más selecto del deporte mundial en Panamá y de todas las ramas deportivas. Los beneficios impositivos aplicables serían los mismos que aplican actualmente a las empresas bajo dicho régimen. Solamente, basta con incluir dentro del régimen de dicha ley a las “SEM Deportivas” y establecer sus ejes de acción. El resto será historia de éxito.

2. El incentivo para aquellos particulares que deseen traspasar a título de donación bienes inmuebles al Estado para la construcción de infraestructura deportiva. El donante podría obtener un beneficio fiscal por el desprendimiento de dicho activo, por ejemplo, que su valor catastral pueda ser deducido del impuesto sobre la renta a pagar, no como un gasto.

3. El aporte que algunas empresas dan a los clubes de fútbol profesional en nuestro país está limitado a que dicho gasto puede ser considerado como deducible del impuesto sobre la renta como publicidad. Sin embargo, el efecto contable es que por cada dólar gastado se pueden deducir solamente 25 centésimos –dado que el impuesto sobre la renta en Panamá es del 25% para las personas jurídicas-. Interesante sería que dicho gasto pueda ser considerado o rebajado sobre el impuesto sobre la renta causado de la empresa patrocinadora, en donde el efecto sería por cada dólar gastado en deporte, puede rebajar un dólar del impuesto sobre la renta a pagar.

CÁPSULA FISCAL.

Los incentivos fiscales no pueden ser eternos, ellos se crean para impulsar por un tiempo un área específica del comercio o actividad humana; así debe ocurrir con el deporte.

Despertemos y valoremos lo logrado, creando políticas públicas encaminadas a incentivar privadamente el deporte en nuestro país, pues de seguro habrá más 10 de octubre en nuestra historia patria.

¡Viva Panamá y nos vemos en Rusia!

El autor es abogado especializado en materia tributaria.

 

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