La inflación en el Reino Unido se aceleró inesperadamente en noviembre a su nivel más alto en casi seis años, aumentando la presión que se dio tras el referendo, para dejar la Unión Europea sobre los hogares, cuyo gasto es el principal motor de la economía del país.
La inflación de los precios al consumidor alcanzó una tasa anual de 3.1% en noviembre, impulsada por los precios de los pasajes de avión, los videojuegos y el chocolate. El alza reflejó el impacto del desplome de la libra tras el referendo.
La cifra superó el 3% de octubre y se situó por sobre la media de las previsiones de los economistas encuestados por Reuters que apuntaba a otra subida del 3%.
También hubo señales de que las fábricas estarían enfrentándose a un resurgimiento de la presión de los precios en la medida que suben los precios globales del petróleo. Ahora que la inflación está un punto porcentual por encima del objetivo de 3% del Banco de Inglaterra, el gobernador Mark Carney tendrá que escribir una carta al ministro de Finanzas Philip Hammond para explicar lo que la entidad está haciendo al respecto. Aunque la economía de Reino Unido se ha ralentizado este año, el Banco de Inglaterra aumentó los tipos de interés por primera vez en una década el mes pasado.
