La inflación retrocede en las dos economías más grandes de América Latina, en una nueva señal del desafío de crecimiento que enfrentan sus bancos centrales a medida que reducen las tasas de interés en un intento por revivir la débil demanda.
La inflación anual de México en septiembre cayó a su nivel más bajo desde 2016, mientras que Brasil registró una sorpresiva deflación, ya que los costos de los alimentos cayeron por segundo mes consecutivo. Esas lecturas alimentaron las apuestas de que los formuladores de políticas en ambos países impulsarán más estímulos, en vista de las tasas de crecimiento que no alcanzarán el 1% este año y podrían no alcanzar el 2% en 2020, según las previsiones de los economistas.
Si bien los bancos centrales en México y Brasil se centran tradicionalmente en los objetivos de precios al consumidor, los datos de inflación moderados les están dando espacio para enfocarse en el crecimiento económico, que se ha visto afectado por una combinación de una expansión global más lenta y vientos en contra internos. Brasil ha luchado con un desempleo de dos dígitos y una baja confianza, y México se ha visto obstaculizado por la incertidumbre de los inversionistas en torno a las decisiones políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Ambos bancos centrales tienen margen de política adicional para recortar las tasas”, asegura Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs. “Indica que el crecimiento ha sido débil, las brechas de producción son negativas y, por lo tanto, no hay riesgo de observar presiones de la demanda sobre la inflación en el futuro previsible”.
Los economistas esperan una tercera caída consecutiva de un cuarto de punto en los costos de endeudamiento en la próxima reunión de política de México en noviembre, según la última encuesta de Citibanamex, y se pronostica que la tasa de referencia caerá a 7.25% a fines de 2019.