La semana pasada compartí con usted, apreciado lector, el artículo “Lecciones de liderazgo en nueve innings”, en el cual tomé algunos ejemplos de peloteros del béisbol de Grandes Ligas que han dejado un legado con su ejemplo.
En esta oportunidad completaré esta entrega de liderazgo y haré referencia al libro Los 11 poderes del líder, del exfutbolista argentino Jorge Valdano.
El primer poder al que Valdano hace referencia es la credibilidad. Es a partir de este activo tan valioso que se genera el proceso de liderazgo y por el cual se puede inspirar a los demás y generar confianza. El segundo poder del líder es la pasión, que imprime energía y la hace contagiosa. Valdano, quien además cuenta con una vasta experiencia como empresario, técnico y gerente en el Real Madrid, plantea que son muchas las empresas que entierran la pasión bajo capas burocráticas que aniquilan la espontaneidad.
El poder de la humildad es reflejo del buen líder, pero es quizá uno de los más difíciles de practicar. Equivocarse, volverse a levantar, ser autocríticos y aceptar los errores es parte de un proceso de mejora continua.
El cuarto poder del líder es la esperanza. Valdano plantea que todo lo que se hace con ilusión genera una motivación difícil de igualar y permite afrontar la vida desde una perspectiva positiva. Siempre existe el modo de convertir un problema en una oportunidad. La motivación se conecta con otro poder que Valdano llama la simplicidad. El poder de la simplicidad se refiere a hacer simple lo difícil -los problemas, la comunicación, los objetivos- y requiere a la vez sencillez y conocimiento profundo.
El sexto es el poder del estilo. El estilo es la manera de ser de una empresa. Valdano recuerda que “el Real Madrid tiene una historia triunfal y un estilo construido por centenares, si no miles de personas”. Para Valdano, “cuando se pierde un partido o un campeonato siempre habrá otras oportunidades, pero cuando se pierde el estilo, se pierde todo”.
Para el ejercicio del liderazgo, las palabras siguen siendo insustituibles. Todo gran líder es en esencia un comunicador eficaz que sabe muy bien cómo manejar las aspiraciones y los temores de las personas que dirige. La palabra persuade, matiza, convence, quita o pone tensión, guía los sueños.
El poder de la curiosidad es el octavo. En una sociedad que avanza a gran velocidad, la curiosidad es un talento que permite renovarse, explorar nuevos caminos. “Solo la curiosidad nos permite perderle el miedo a este estado de cambio permanente”.
Los tres últimos poderes a los que se refiere este exitoso futbolista son el poder del talento, el poder del vestuario y el poder del éxito. El poder del talento implica que un líder debe encontrar e iluminar el valor único de cada individuo en su equipo, identificando y alimentando su singular talento.
El poder del vestuario es el décimo y se traduce en el poder del equipo, pero esto siempre exige una contribución personal. Cada futbolista tiene que entregar algo del “yo” al servicio del “nosotros”. Si cada miembro del equipo siente que es valorado por el grupo, a ese vestuario dará gusto entrar y en ese equipo dará gusto jugar.
Por último, el poder del éxito. Es una satisfacción íntima, el orgullo por el trabajo bien hecho. El éxito es un gran afrodisíaco que hace creíble un proyecto y a las personas que lo encarnan.