La primera ministra británica, Theresa May, reveló un plan de respaldo de un año para la frontera irlandesa luego del brexit, alcanzando un compromiso que podría superar las diferencias en su gobierno pero que enfrentaría dificultades para convencer a la Unión Europea (UE).
Después de 24 horas de peleas para mantener a su ministro del brexit, David Davis, May publicó lo que el Gobierno llamó una cuerdo temporal de aduanas.
Esto evitaría una frontera dura que involucre la reinstalación de controles de aduanas en la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte e Irlanda, país miembro de la UE.
En cambio, el acuerdo verá a Reino Unido atado a la unión aduanera de la UE por hasta otro año luego de un período de transición de casi dos años si hubiera cualquier demora en la implementación del brexit.
El Gobierno dijo en la propuesta que espera conseguir un acuerdo de retirada hacia fines dediciembre de 2021.
Reino Unido espera que este plan consiga aprobación de funcionarios en Bruselas.
La portavoz de May dijo que era un tema para las negociaciones si la fecha se vuelve parte del texto legal de la retirada británica.
El negociador del brexit de la UE, Michel Barnier, apoyó la publicación pero se mantuvo bajo las condiciones que han llevado a un estancamiento en las conversaciones hasta el momento y dejó claro que Bruselas no aceptará ningún límite de tiempo legal.
Reino Unido es claro que el acuerdo aduanero temporal, si fuera necesario, debería ser limitado en el tiempo, dijo el documento, que también fue enviado a Bruselas.
Reino Unido espera que el acuerdo futuro esté vigente para fines de diciembre de 2021 como máximo. Hay una serie de opciones sobre cómo el límite de tiempo podría ser establecido, algo que Reino Unido propondrá y discutirá con la UE, agregó.
Esta no era la opción preferida del Gobierno, indicó el documento. En el centro del problema está garantizar que no haya una frontera dura entre Irlanda del Norte e Irlanda, a lo que Reino Unido y la UE se han comprometido. No estaba claro si la UE aceptará la propuesta.
Después de 2020 la frontera invisible de 500 kilómetros de largo en la isla de Irlanda resurgirá, especialmente para los 110 millones de personas que transitan cada año entre ambos territorios y para los alrededor de 28 mil trabajadores transfronterizos estimados.