La primera ministra británica, Theresa May, cedió a las intensas presiones políticas ayer y entregó al Parlamento el control del brexit, al tiempo que advirtió a los legisladores que deberán escoger entre salirse de la Unión Europea (UE) en la fecha planeada -con o sin acuerdo- o pedirle al bloque que postergue la salida. May dijo que si el 12 de marzo el Parlamento rechaza el acuerdo que ella logró con la UE, tendrá oportunidad el día siguiente de votar sobre la posibilidad de dejar al bloque sin acuerdo alguno. Si es derrotada la opción de una salida sin acuerdo, como se espera, habrá una votación sobre la posibilidad de pedirle a la UE que postergue la partida por tres meses. May dijo que las promesas eran “compromisos que hago como primera ministra y me atendré a ellos”.
Gran Bretaña deberá abandonar la UE el 29 de marzo, pero hasta ahora el Gobierno no ha logrado la aprobación parlamentaria del acuerdo sobre los términos de la retirada ni sobre las futuras relaciones. La ansiedad sobre el estancamiento va en aumento, ya que una separación sin acuerdo podría ser caótica para empresas e individuos en Gran Bretaña y en las 27 naciones que seguirán siendo parte de la UE. May cambió de posición en cuanto a dejar el asunto del brexit en manos del Parlamento luego que miembros de su gobierno se sumaron a los llamados para descartar la posibilidad de una salida sin acuerdo. Legisladores proeuropeos intentarán obligar al gobierno a aceptar esa posición en una serie de votaciones el miércoles. Tres cargos gubernamentales de alto nivel escribieron en el diario Daily Mail que votarán con los legisladores de todos los partidos que quieren frenar un brexit sin acuerdo.