Chicago, la ciudad de las grandes hazañas edilicias, quizá llegue a ser conocida por aspiraciones arquitectónicas aun mayores.
Un proyecto que se ha propuesto haría de la urbe la sede de las dos torres más altas de Norteamérica, devolviéndole algo del orgullo local.
Fordham Co., una empresa inmobiliaria de Chicago, ha propuesto una torre hotel y condominio, a unos 500 metros de la costa del Lago Michigan, que con sus 444 metros será el edificio más alto del continente, eclipsando a la Torre Sears del distrito financiero de Chicago, que mide 442 metros.
El siguiente edificio más alto en Norteamérica sería la neoyorquina Freedom Tower, de 417 metros, en el sitio del destruido World Trade Center.
El proyecto de Chicago podría devolverle a la ciudad el orgullo que exhibía cuando la Torre Sears era el edificio más alto del mundo. Esta, una torre negra, en forma de caja, se inauguró en 1974 y reinó hasta 1998, cuando fue destronada por las Torres Petronas de Kuala Lumpur, que miden 452 metros, según Emporis GmbH, un compilador de datos de rascacielos con sede en Darsmstadt, Alemania.
"Para los habitantes de Chicago es sin duda un motivo de orgullo poder decir que tienen los mayores y mejores edificios", dice Bastiaan Buoma, vicepresidente de la Chicago Architecture Foundation.
"Se jactan de tener una de las siluetas urbanas más impresionantes del mundo, sumada a algunos edificios asombrosamente altos, incluido el que alguna vez fue el más alto del mundo". El plan de Fordham provocó una reacción inicial positiva entre los residentes de la zona, en el barrio Streeterville de la ciudad. Una asociación vecinal local, la Streeterville Organization of Active Residents, está aguardando en las próximas semanas información sobre los probables efectos de sombra y tránsito que tendrá el proyecto, antes de asumir una posición.
El diseño del edificio, llamado Fordham Spire (Espiral Fordham), es del arquitecto español Santiago Calatrava, que ha obtenido reconocimiento internacional por sus singulares formas curvas.

