A Simon Wang, que es hijo único y se crió en Shanghai, los padres y los abuelos lo atiborraron de buñuelos, helado y pollo frito de los restaurantes Kentucky Fried Chicken. Cuando la balanza marcó más de 100 kilos, el mes pasado, el joven de 26 años decidió recurrir a Weight Watchers.
“Tengo más posibilidades de sufrir un infarto que una persona normal”, dijo Wang, que mide 1.75 metro y quiere bajar 25 kilos. “Cuando sea mayor voy a tener muchísimos problemas, quizá presión arterial alta y otra pila de enfermedades”.
Después de tener dificultades durante miles de años para alimentar debidamente a su población, China, la economía de más rápido crecimiento entre las principales del mundo, enfrenta el problema contrario: el consumo excesivo de alimentos. 30% de los adultos, aproximadamente, tiene sobrepeso o está obeso en comparación con un 25% en 2004.
El Gobierno está gastando 125 mil millones de dólares para ofrecer cobertura médica a los mil 300 millones de chinos en el año 2020. El plan incluye solamente beneficios básicos y no servicios como atención externa para enfermedades crónicas vinculadas con la obesidad, dijo en una entrevista telefónica Wang Shiyong, especialista en salud del Banco Mundial en Beijing.
Más de 92 millones de adultos chinos sufren de diabetes tipo 2, causada principalmente por una dieta alta en calorías y un estilo de vida sedentario, según la revista New England Journal of Medicine. Se estima que en 2030 cerca de 500 millones de chinos padecerán la enfermedad.
La obesidad también afecta a los jóvenes. Más del 40% de los varones y 20% de las niñas de siete a 12 años tenían sobrepeso en 2005, con respecto a 5.7% y 4.3% en 1985, según un estudio.
Las ventas de barras de soja y frutas están creciendo rápido, sobre todo entre mujeres que trabajan en oficinas y tienen mucho miedo de aumentar de peso.