Podrá faltar un año para que los brasileños elijan a su próximo presidente, pero los inversores ya están bastante preocupados.
Las mediciones de volatilidad implícita de la moneda indican que los inversores están incorporando a los precios grandes fluctuaciones en las proximidades de la elección del 18 de octubre, a pesar de que la calma domina a mediano plazo.
La división ha llevado la ratio entre la volatilidad implícita a un año y a seis meses al mayor nivel desde principios de 2014.
A los inversores les preocupa que el próximo gobernante del país sea un populista y no priorice la economía y el fortalecimiento de las finanzas, temas clave para la comunidad empresarial, luego de que años de turbulencia política obstaculizaran el crecimiento y generaran caos en los mercados bursátil y de bonos.
Las encuestas indican que tiene la ventaja el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que enfrenta acusaciones de corrupción, seguido del legislador de extrema derecha Jair Bolsonaro, conocido sobre todo por sus diatribas contra la homosexualidad y una firme posición en lo relativo a la ley y el orden.
“Los activos brasileños serán muy volátiles antes de la próxima elección”, dijo Mauricio Oreng, un estratega de Rabobank en Sao Paulo y uno de los pronosticadores más exactos del último trimestre. Estima que el real estará a 3.2 por dólar a finales de diciembre y a 3.4 por dólar a finales de 2018.
Los dos posibles candidatos que más apoyan los inversores, el alcalde de Sao Paulo Joao Doria y el gobernador estadual Geraldo Alckmin, se ubican en distantes tercer y quinto puestos en la última encuesta de intención de voto.
De todos modos, la lista de candidatos aún no está cerrada –los partidos aún no han elegido a sus nominados- y es posible que Lula no pueda participar a medida que la investigación por corrupción se acelere.