En 1852, antes del reinado (más bien, dictadura) de Napoleón III (sobrino de Napoleón Bonaparte), la ciudad de París lucía completamente diferente. Era una ciudad oscura, superpoblada y plagada de enfermedades. París pasó de ser la ciudad con mal olor y pobre alcantarillado (que describió Víctor Hugo en Les Misérables) a ser “la ciudad de las luces” gracias a una decisión ejecutiva que tomó Napoleón III.
Inspirado en el diseño urbano de Londres, Napoleón III comisionó a Georges Hausmann la tarea de rehacer la ciudad, incluyendo nuevas avenidas, plazas y teatros de lujo, por ejemplo. Un solo párrafo no es suficiente para describir lo que probablemente fue una hazaña política, arquitectónica e histórica, pero es imposible negar el impacto que tuvo en París el liderazgo de Napoleón III.
En 2006, Dieter Zetsche tomó las riendas de DaimlerChrysler (compañía madre de las marcas de autos Mercedes-Benz y Chrysler) en uno de los puntos más bajos de su historia. Zetsche entró para corregir errores de su predecesor y devolverle a la empresa sus altos estándares de diseño, su rentabilidad y una agregada esencia de “cool”. Así como Napoleón III contrato a Hausmann, Zetsche contrató a Gorden Wagener para diseñar una nueva generación de autos para una nueva generación de jóvenes al volante. La meta o “pretensión estratégica” (como él lo ha llamado) de Zetsche es vender más autos que BMW y Audi para 2020. Por ahora y desde 2015, ya alcanzaron una rentabilidad sobre el negocio automovilístico en 105%.
En 2015, con toda la responsabilidad y nada de la autoridad (ni usurpada como Napoleón III ni asignada como Zetsche), Christiana Figueres lideró la firma unánime del Convenio de París, cuando todos los gobiernos del mundo se comprometieron a empezar a trabajar (en la medida que sea) a reducir el impacto ambiental para detener el cambio climático. Por los seis años anteriores, Figueres estuvo inyectando el sistema diplomático de la ONU con (a lo que ella se refiere como) optimismo transformador, que claramente transformó los resultados de esa histórica firma unánime. Ahora, con el apoyo de líderes de empresa privada, congregaciones religiosas, comunidades y ciudades, el liderazgo de Christiana Figueres empezará poco a poco a tener impacto notable en el mundo en el que vivimos.
Originalmente, cuando empecé a redactar este artículo tenía la intención de escribir acerca de cómo hasta los cambios más grandes, que requieren cientos, si no miles de personas para suceder, tantas veces están diseñados/empujados por un líder megamotivado. Sin embargo, investigando acerca de estos tres líderes, leí que hoy, más de 150 años después, todavía se trabaja en algunas de las expresiones del rediseño de París bajo el mandato de Napoleón III. Demoró al menos nueve años poder llegar a ver claramente el impacto de Dieter Zetsche en la compañía alemana. El trabajo de Christiana Figures podrá ir dando frutos a corto plazo, pero está diseñado para funcionar a largo plazo.
Los líderes son locos-apasionados-necios-determinados, pero también son pacientes que saben jugar el juego largo. Solo trabajar con luces largas y tener la paciencia y la fortaleza para soportar el tiempo y la resistencia por años llegan a liderar proyectos con impacto trascendental. Acompaña tu pasión con un montón de paciencia. Pero paciencia estratégica.
Para hacerlo, pregúntate: ¿Cuál es mi visión a largo plazo? ¿Qué serie de acciones tengo que tomar a corto plazo para abrir los caminos que lleguen eventualmente a esa visión? ¿Con qué métricas definiré si mis acciones a corto plazo están funcionando, y cuándo reconoceré que estamos acercándonos a la visión de largo plazo? ¿Cuáles son los hitos y logros de todas las fases de este camino?
Ser paciente no se trata acerca de trabajar y esperar a que las cosas milagrosamente den resultado en el futuro. Ser paciente se refiere a trabajar estratégicamente y saber reconocer qué está funcionando ahora, qué debe empezar a funcionar pronto, y qué funcionará luego. Todo lo importante toma su tiempo. El que se desespera, pierde.
PD. Comparto este artículo en la semana de mi cumpleaños #28 como recordatorio de que no nos podemos desesperar ante el entendimiento de que falta tanto por saber, por mejorar, por hacer.