OPINIÓN. El azúcar, tan importante en la dieta de todo ser viviente, pertenece a los llamados hidratos de carbono, de los cuales el organismo requiere el 55% de las 2 mil o 2 mil 500 calorías diarias. El 15% debe ser aportado por las proteínas; y el 30% de ellas, por las grasas.Dentro de los hidratos de carbono debemos distinguir dos clases: los azúcares complejos (en las verduras, raíces, cereales) y los simples (de la caña, remolacha, miel de caña, miel de abejas). Los primeros los transformará prioritariamente el organismo, mediante la acción del páncreas que segrega la insulina, en glucógeno, forma de reserva de la glucosa. Los azúcares simples provocan una más rápida acción del páncreas (por lo tanto, le exigen un mayor trabajo, más rápida respuesta de insulina) y se transforman en triglicéridos. Los que no son requeridos de inmediato, son captados por las células adiposas del organismo en donde serán la primera fuente de acceso de energía en cualquier momento que el organismo lo requiera. La desventaja del excesivo consumo de los azúcares simples radica precisamente en que son la fuente principal, junto con las grasas y el alcohol, de adiposis (obesidad) e hipertrigliceridemia.
El autor es presidente de la Fundación Cardiológica de Panamá