Un frágil equilibrio sostiene el ecosistema inmobiliario de Arraiján y La Chorrera. La industria del ladrillo se juega una buena parte de su suerte en ambos distritos de Panamá Oeste. Autoridades municipales, gremios y empresarios describen un periodo de bienaventuranza que se avecina en esta área del país, con unidades residenciales cuyo rango de precios va desde 40 mil dólares hasta más de 400 mil.
Según fuentes consultadas, todo sería un sueño cumplido en caso de adelantarse las obras de infraestructura en marcha y las anunciadas por el Gobierno y por los prestadores de servicios públicos. En caso contrario, si sucede un desfase entre los avances de dichos trabajos y la edificación de casas y apartamentos, se repetiría una pesadilla como la ya padecida en la capital durante el boom inmobiliario de la década pasada.
“Tomando como base el crecimiento de Arraiján y La Chorrera, es inadmisible que no se hayan mejorado los servicios. Es indispensable que el Estado se ponga al día”, reclama Elisa de Gómez, directora ejecutiva del Consejo Nacional de Promotores de Vivienda (Convivienda). La agremiada equipara la relevancia de Panamá Oeste con la de San Miguelito para la construcción. Son las áreas de mayor desarrollo inmobiliario.
“Tenemos más gente viviendo [acá] con la misma infraestructura de calles y los mismos colegios; hay una planta potabilizadora que fue ampliada en el gobierno de Martín Torrijos…, pero nadie se esperó esta explosión demográfica y de todo tipo de infraestructuras”, recuerda Adriano Ferrer, ingeniero municipal del distrito de La Chorrera.
Y el arquitecto Domiciano Córdoba, titular de Ingeniería Municipal de Arraiján, tras haber estado 12 años construyendo casas y apartamentos en Panamá Oeste dimensiona las obras para el desarrollo de su distrito: “Mientras mejor se tengan las infraestructuras básicas, mejor será el crecimiento de la economía”.
Un repaso al comportamiento social de Arraiján y La Chorrera enmarca el tamaño de su “explosión demográfica”. Determina la actividad de los bienes raíces. El Censo de 2010 cuantificó el número de habitantes de los dos distritos en 202,451, en ese entonces un sector integrado además por Chame, Capira y San Carlos y ocupado por 213,642 personas. Pero hasta el pasado mes de marzo las tarjetas de la Contraloría General de la República anotaron 403,958 residentes, de un total provincial de 481,813. (Ver recuadro: Retrato estadístico).
Es casi seguro que la población seguirá en aumento con el atractivo de las obras en camino. En 2024 estará en servicio el cuarto puente sobre el Canal. La Línea 3 del Metro terminará su recorrido en la Ciudad del Futuro, de Arraiján. La carretera costanera habrá articulado el área de Farfán con Veracruz y Vacamonte y desembocará en la vía Interamericana.
En un lustro se habrá ensanchado la autopista en el tramo Panamá–La Chorrera, mejorado varios circuitos de caminos y de calles, e inaugurado trabajos de acueducto y alcantarillado. En relación con Panamá se espera un tráfico vehicular contrario al actual, cuando se atascan los carros durante horas en la mañana y en la tarde. (Ver recuadro: Las obras de la 10ª. provincia).
Inmuebles
Domiciano Córdoba acumuló años de experiencia en el sector inmobiliario antes de ocupar el cargo de ingeniero municipal de Arraiján. Sabe cómo eran las cosas en Panamá Oeste a principios de este siglo cuando ni siquiera servía como “ciudad dormitorio” y su fama radicaba en producir las piñas más dulces y en tener las playas más silenciosas.
Recuerda la realización posterior de obras como la ampliación a tres carriles de la vía Interamericana, aparejadas del furor constructor de casas prestadoras de un servicio eficaz: pasar la noche y madrugar para ir a trabajar en la capital.
Córdoba, por ende, interpreta el futuro inmediato de Panamá Oeste cuando vuelvan a combinarse la iniciativa privada y el cumplimiento de los anuncios del sector oficial. “Obras como el cuarto puente mejoran los índices de empleo de la región y traen beneficio a las comunidades. Una vez las personas tienen trabajo, buscan casa”, sostiene.
La siguiente explosión inmobiliaria de Panamá Oeste se estimula con la dificultad de conseguir una casa de 200 mil dólares en algún lugar céntrico de la capital, comenta Adriano Ferrer. Los reportes parciales de la última feria de la Capac proyectan la venta de viviendas de diversos precios, por lo menos en La Chorrera.
De convertirse en realidad las expectativas en Panamá Oeste, se cambiaría la tendencia negativa de los bienes raíces. Esta actividad, en lo que concierne a La Chorrera, “vino cayendo desde hace 3 años cuando se vendían 20 o 25 inmuebles residenciales en el mes, hasta registrar, en abril o mayo, la venta mensual de 2 ó 3”. Un paro semejante sucedió en Arraiján.
La merma nunca detuvo el ánimo de las empresas de la construcción. La Chorrera se volvió “un refugio para los planes de inversión de los empresarios”, dice Ferrer. “Los constructores nunca perdieron el optimismo” por un distrito “rico, autónomo y sin necesidad de subsidios”, y en el que fluye el tráfico en sus calles internas. El problema del flujo vehicular está en la entrada y la salida del distrito.
Que no haya tantos tranques internos resulta ventajoso para la construcción. Pues de lo contrario: “Se programa el vaciado de concreto a una hora determinada, pero se atrasa por culpa del tráfico. Se retarda la producción y por lo tanto se generan un costo” y una cadena de inconvenientes, detalla el funcionario.
Tanto Arraiján como La Chorrera ofrecen un robusto inventario inmobiliario, el cual se hace más atractivo con los cambios de la Ley de interés preferencial. Esta norma amplió la gama de inmuebles beneficiados con el subsidio del Estado, que cobija ahora a las unidades con precios de hasta 180 mil dólares.
Sobre la base de esta disposición, en Arraiján las áreas con un inventario “atractivo” son Vista Alegre, donde se ofrecen casas con un rango de precios de entre 122 mil y 250 mil dólares; y Juan Demóstenes. En La Chorrera despuntan la zona norte, donde se proyecta la construcción de más de 4 mil viviendas beneficiadas con el subsidio; el área costera, en el sur del distrito, con unidades para la clase media, aunque también hay productos para el segmento preferencial; Las Playas y Costa Verde.
La comunidad de Costa Verde sigue la ruta de un plan maestro establecido hace nueve años. Este desarrollo se compone de casas de entre 140 mil y 500 mil dólares. Sin embargo tiene apartamentos de 120 mil dólares. “Es una comunidad con vida propia”, pondera Tatiana Fábrega, mánager general de Costa Verde y quien añade que siguen un derrotero en energía, agua potable y alcantarillado, infraestructura y otros servicios.
Entre el 10% y el 15% de los inmuebles de Costa Verde se encuentra en el rango de interés preferencial.
Es casi seguro que aumenten los precios de los bienes raíces en Panamá Oeste, tras la entrega de las obras. En particular con el cuarto puente sobre el Canal y la Línea 3 del Metro.
Solo para tener un marco de referencia, comparativo, en 2014 se tarificaba en 1,526 dólares el metro cuadrado residencial en las áreas aledañas a la estación ferroviaria de la 12 de octubre. Dos años después de la inauguración del tren, el metro cuadrado en esa zona subió un 26% y llegó a 1,935 dólares.
Expertos como Elisa de Gómez sostienen que el momento de invertir es ahora.