Se dice que Vladimir Putin busca vender casi un quinto de Rosneft, el campeón estatal del petróleo ruso, y que quiere que China e India unan fuerzas para comprarlo.
Narendra Modi debería negociar una participación más grande. Los atractivos de dividir una participación entre el segundo y el tercer mayor importador de petróleo del mundo son obvios para Putin.
Hace años que Rusia viene luchando contra Arabia Saudita por la participación de mercado en China y suele superar al productor más grande del mundo en volúmenes de importación a la República Popular.
Como el planeta está inundado de petróleo y se está trabajando en una oferta pública inicial de Saudi Aramco, las acciones de petroleras podrían ser un recurso más valioso para consolidar relaciones comerciales que el propio oro negro.
Sin embargo, el consumo de petróleo parece estarse desacelerando en China. La demanda aparente entró en una meseta e incluso mermó desde agosto del año pasado.
Si bien últimamente las empresas chinas no escatimaron inversiones extranjeras, no hay una necesidad en particular de comprar un pedazo de Rosneft para garantizar una nueva fuente de suministro de energía. En efecto, entre las tres grandes empresas de exploración y producción de petróleo de China, Sinopec, que tiene muchas refinerías, está bajando la producción y PetroChina la está aumentando a tasas de hasta 5%.
Solo Cnooc está haciendo un intento serio de incrementarla. India es una criatura diferente, pues sufre una escasez de crudo que no hará más que empeorar a medida que suban las rentas y se compren más automóviles. Su exploradora estatal, Oil & Natural Gas Corp., está preparándose para gastar 5 mil millones de dólares en aumentar la producción en la costa este del país y posee activos en Sudán, Colombia, Venezuela, Brasil, Vietnam, Siria y Rusia.
Con una escasez geológica de petróleo explotable, serán esos campos en el exterior los que terminarán cubriendo la brecha de producción de India.
Hace rato que Nueva Delhi busca en su aliado de la Guerra Fría una solución para su desventaja energética. El año pasado cerca del 32% de los 5.5 millones de toneladas métricas de producción de petróleo del brazo exterior de ONGC, ONGC Videsh, provinieron de su participación del 20% en el proyecto Sakhalin-1 en Rusia.
