La racha ganadora de dos años que ha vivido el mercado petrolero afronta una de sus mayores pruebas en meses, ante un mayor suministro y la preocupación creciente de que la debilidad económica impactará la demanda mundial.
Tras superar hace un mes los 75 dólares y 85 dólares por barril, tanto el Brent como el West Texas Intermediate lidian con una inmisericorde ola de ventas. Los precios habían sido apoyados por un tiempo por expectativas de que las sanciones de Estados Unidos contra Irán reducirían el abastecimiento.
Pero en la última semana los tres mayores productores de crudo del mundo -Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos- informaron que estaban bombeando a niveles récord o cerca de sus máximos. Además, Estados Unidos declaró que permitiría que algunos compradores siguieran importando petróleo iraní, con lo que la amenaza de una restricción en la oferta disminuye.
Esos factores, junto con recientes datos débiles de la economía china y otros mercados emergentes, han hecho que la atención vuelva hacia el temor a un superávit, derribando los futuros del WTI a mínimos desde abril e interrumpiendo el movimiento alcista.
Por varios meses, la estructura de la curva de los futuros del crudo en Estados Unidos indicó expectativas de un menor abastecimiento, pero los contratos ahora sugieren que los inversores temen un sobreabastecimiento en los próximos meses.
La magnitud de las ventas recientes sugiere que la demanda global es más débil a lo previsto como resultado de las disputas de los aranceles, afirmó Jim Ritterbusch, presidente de Ritterbusch & Associates.
En las últimas dos semanas, las apuestas netas alcistas en crudo han bajado a su nivel más débil en más de un año.