Una reforma que introduzca nuevas figuras en materia financiera (fintech, crowdfunding, entre otras) es necesaria. Debe atender un plan estratégico con un norte claro y beneficioso para todos. No debe basarse en declarar que se quiere atraer nuevos tipos de negocios y para hacerlo, crear una plataforma de apariencia regulatoria (por ejemplo, forzar figuras artificialmente), pero en el fondo apoyarse en una normativa leseferista.
Este modelo cortoplacista ya ha demostrado no ser sostenible y que no funciona bien, por lo menos no funciona para la mayoría de los panameños, ni para el país y su reputación.
Una reforma se debe basar en pilares sólidos. Debe ser incluyente, justa, transparente y bien estructurada.
Debe incluir en todas las etapas a todos los sectores, no solo a los proveedores de los servicios, sino a sus usuarios.
No debe contener tratos diferenciados que pueden insinuar privilegios si los mismos no pueden ser debidamente justificados. Debe explicar las razones por las cuales no se otorgan los mismos tratos preferenciales en materia migratoria, laboral y/o fiscal, que introduzca la nueva normativa, a todos los sectores ya existentes.
Debe someter al escrutinio de la ciudadanía toda la información relativa a la gestión pública que conlleva la reforma, el manejo de los recursos, todos los criterios para la toma de las decisiones y la conducta e independencia de los servidores públicos encargados de su aprobación y supervisión.
El mayor reto es salir del viejo patrón/modelo, ya agotado de que la regulación es el cumplimiento de requisitos documentales, y pasar al reconocimiento de que la regulación es la efectiva supervisión de la actividad misma, lo cual requiere de personal con conocimiento e independencia de lo que supervisa y de a quién supervisa.
Requiere una preparación de la normativa sin prisas, que combine solidez técnica y jurídica. Se requiere tiempo adecuado en tres momentos: Primero, en la preparación y discusión de los textos iniciales de la reforma; segundo, en la aprobación por el Órgano Legislativo; tercero, en el establecimiento de un adecuado periodo de adaptación que venga acompañado de divulgación, capacitación y prueba de lo aprobado.
Una propuesta concreta: Antes de aprobar la reforma, cada regulador financiero debe enviar no menos de cinco funcionarios a Londres por un año a capacitarse técnicamente de las nuevas figuras.
Al regresar, deben permanecer en el regulador por un periodo no menor de cinco años y pasar formalmente el conocimiento al resto del personal.
Al entrar una nueva administración dichas personas no deben poder ser removidas y, de recibir ofertas del sector privado, el regulador debe estar en posición de ofrecer incentivos para retenerlos.
Sin estos elementos, es muy difícil lograr el objetivo de una adecuada supervisión.
No se es, ni será, el hub de los nuevos negocios financieros por una ley. Se será el hub sostenible teniendo normas justas, proveedores de servicios con ética y civismo, un regulador independiente y capacitado, y, sobre todo, un Estado de derecho en el cual se atiendan prontamente los conflictos entre las partes y se sancione la violación a la ley.
*El autor es abogado